ELARA
—¡Ellie! —llega una voz suave y lejana, el sonido amortiguado, como si la persona hablara bajo el agua.
—¡Déjame dormir! —gruño de vuelta.
—Ellie, ¿puedes oírme?
—Claro que puedo oírte, vete, estoy cansada —bostezo, girándome para quedar frente a Ryden. Solo que él no estaba allí. Me incorporo, mirando alrededor de la habitación, pero no hay nadie.
—¿Ryden? —llamo, bajando de la cama y caminando hacia el baño. Rápidamente orino, me lavo las manos, me mojo el rostro y me seco con una toalla.
Entrecierro los ojos frente al espejo y niego con la cabeza. Necesito café. Que la cafeína entre en mí. Debo estar alucinando del cansancio. Mis ojos definitivamente no son de ese color.
Sacudiendo la cabeza, salgo. La Casa de la Manada está en silencio mientras bajo las escaleras.
—¿Dónde estás? —le envío por enlace mental a Ryden.
—Fui a buscar el desayuno, volveré pronto. Lucas está dormido. Despierta a ese idiota por mí —responde.
—Maldita sea, tiene una voz sexy —sacudo la cabeza ante el