Él salió, se topó nuevamente con Fernando en la salida del cuarto y los dos se miraron.
- Espero que entienda que mi tía está bajo una fuerte emoción.
- Y muy bien instruida a no decirme la verdad.
- Si puede probar lo que dice, siéntase libre comisario.
- ¡Ya estoy en ello, muchacho!
Fernando entró en la habitación.
- No le dijiste nada, ¿verdad, tía?
- No, me hice la olvidada como tú dijiste. Este hombre, a pesar de ser joven, no va a dejar esto sin castigo, me sentí por la forma en que me miró y él dijo que una de las víctimas, corre el riesgo de no volver a caminar.
- Voy a informarme sobre eso, creo que fue enviada al mismo hospital. Si está aquí, puedo hablar con él o ella e intentar un acuerdo.
- Tenga cuidado con lo que va a decir Nando.
- Tía, yo soy abogado y claro que haré todo con cautela.
El comisario había conversado con el médico y quería ver a la otra víctima y saber cómo su caso estaba avanzando.
– Es una joven de veinticinco años, comisario, desafortunadamente recibi