Flor Renacida: Casada con el tío de mi ex.
Flor Renacida: Casada con el tío de mi ex.
Por: Lgamarra
01 - Traición y Pérdida.

Ella llevaba tres meses de embarazo, y aún no se lo había dicho a su esposo, pues estaba fuera de la casa. Pese a que Roberto era un hombre muy frío con ella, siempre supuso que era así por la carga de responsabilidades que su abuelo le había dejado.

Ese anciano la adoraba tanto; sin embargo, no podía decir lo mismo de su suegra y sus cuñados, quienes siempre que encontraban una oportunidad para tratarla mal, la aprovechaban como si fuera el último día de sus vidas.

Ese mismo día, tenía la intención de darle la noticia a su esposo, con respecto a su embarazo. Quería plantearlo como una sorpresa, pues el anciano Belmont daría a conocer a todos, quien sería su sucesor, y ella inocentemente, creía que sería lo ideal, darle aquella sorpresa como regalo.

— Otra vez comprando esas flores, Jazmín. ¿Sí sabes, que a Roberto no le gusta? — dijo su cuñada, cuando la vio llegar del centro.

Su esposo le había confesado que le encantan los tulipanes, por lo que ahora, que regresaba a casa, comenzó a decorarla con ellas. La joven, de apenas veinte años, se dispuso a ignorarlos, pues no iba a permitir que gente de alma contaminada, arruine su día.

Su cuñado, la sostuvo del brazo, cuando pretendía pasar.

— No tienes derecho a ignorarnos. Somos superiores a ti — gruñó el hombre, de apenas un año mayor que ella.

— No los estoy ignorando, simplemente debo de terminar con los arreglos antes de que Roberto llegue — respondió con voz dulce e inocente.

Ingresó con prisa, pues no tenía intención de pelear con ellos; hizo todo lo que tenía que hacer y rápidamente subió a su habitación para poder prepararse.

— Florecilla, ¿otra vez te estaban molestando? — preguntó el abuelo de su esposo —. No dejes que te intimiden. Solo son jóvenes malcriados por su madre.

— Lo sé abuelo.

— Parece que fue ayer, cuando te casaste con mi nieto, y hoy cargas con su bebé en tu vientre — confesó. Entre todos los presentes en esa casa, solo el abuelo era bueno con ella y él único que conocía sus secretos —. Pronto Roberto sabrá la verdad, y podrán formar la familia que tanto deseas.

— Abuelo, estoy tan emocionada con su regreso. He ido a comprar los tulipanes para decorar todo — confesó —, y ahora debo prepararme.

— Lo he notado, niña —. Jazmín se puso acercó y le dio un abrazo que fue correspondido —. A veces siento que no eres feliz con la ausencia de mi nieto. Voy a hablar con él.

— No tienes que preocuparte, abuelo. Roberto tiene mucha carga sobre sus hombros, por eso es que viaja demasiado y a mí no me molesta — confesó, aunque había un deje de tristeza en su voz.

— No lo defiendas. Sé que lo amas, pero eres su esposa y debe cumplir como tal — Ella solo sonrió para asentir.

Después de esa conversación, ella se retiró para prepararse. Se colocó un vestido angelical en color beige, con unos tacones no tan altos e inmediatamente se dispuso a bajar, para esperar a su adorable esposo; sin embargo, lo que sus ojos vieron, fue desgarrador.

Roberto, el hombre que le juró amor eterno, estaba besando a otra mujer, de una forma tan apasionada y única, que ella nunca tuvo la oportunidad de probar. Su mano presionaba una de sus nalgas con fuerza, mientras la otra mano subía por su espalda tan seductoramente.

Su corazón se rompió en ese momento, que ni siquiera tuvo palabras para emitir. Sus cuñados, a un lado, observando aquel espectáculo, la miraron con una sonrisa desdeñosa, aprobando aquel acto tan ruin de su hermano mayor. Jazmín se presionó el vientre, recordando lo que cargaba allí.

De repente, un alboroto ocurrió detrás de ella. Roberto giró a mirar que sucedía, y se encontró con la gran sorpresa de que su esposa lo había descubierto, pero en vez de verse asustado, solo sonrió satisfecho.

— ¡Fuiste tú, m*****a perra! — gritó la madre de su esposo, quien apenas llegó a ella, la tomó de sus cabellos —. Tú lo asesinaste, m*****a desgraciada.

Jazmín no entendía lo que estaba pasando, y su desesperación se incrementaba más, cuando su suegra comenzaba a golpearla con fuerza, hasta lanzarla al suelo.

— ¿Qué estás diciendo, señora? — cuestionó ella desde el suelo.

Entonces aparecieron los demás miembros, sus cuñados sujetando a su madre, y Roberto, levantándola del suelo, pero no con la suavidad que debería.

— ¿Tú lo hiciste?

— ¿Hacer qué? — preguntó ella —. No sé de lo que están hablando.

— Tú mataste al abuelo. Tú m*****a perra, siempre supe que intentabas hacer algo en nuestra contra, pero jamás imaginé que llegarías hasta este punto — gritó su esposo.

— Te juro por mi vida y… — ¡Plas! El impacto de la mano de Roberto sobre su cara, silenció aquellas palabras. Sus ojos estaban rojos, y las lágrimas no paraban de derramarse de ellos. La marca de su mano, estaba enmarcada en su mejilla —. ¡Me pegaste!

Su voz salió en un hilo, casi inaudible. Ella no podía creer lo que le había hecho su esposo. Recorrió el lugar con sus ojos lagrimosos, mirando a los presentes, y entonces entendió que esto era un plan ruin en su contra, para lastimarla, pues todos la miraban con una sonrisa.

— Te haré pagar este gran daño.

— ¿Qué fue lo que hicieron? — cuestionó con el corazón adolorido. Esta traición era inaceptable —. ¿Dónde está? Quiero verlo.

Intentó ponerse de pie, pero se lo prohibieron hasta que la policía llegó al lugar y la esposaron.

— Ella es la asesina del señor Belmont — dijo la madre de su esposo —. Llévenla de aquí.

— ¡No! ¡Yo no he hecho nada! Soy inocente — gritaba desesperadamente —. Roberto, no puedes hacerme esto. Por favor, has que me suelten.

Su esposo se acercó a ella, y la miró con malicia.

— No olvides firmar el divorcio desde la cárcel. Hace tiempo que quería deshacerme de ti — susurró —. ¡Por cierto! Gracias por los tulipanes. A mi futura esposa le encanta.

La rabia se cernió sobre ella mientras los miraba a todos. Entendió que él adoraba los tulipanes, porque a ella le gustaba. Lo mismo con los bollos de zanahoria, y aquel restaurante. Miró a la mujer, y miró sus vestidos, y literalmente, su esposo la había convertido en ella.

» Estaba tan ciega. «

— No te lo daré — masculló, sorprendiéndolos; sin embargo, el hombre solo sonrió.

A Jazmín la sentenciaron a ocho años de cárcel. Aquel momento, ella quedó destrozada, mientras salía del tribunal con las manos esposadas; pero tenía la intención de buscar la manera de hacer justicia por el abuelo que ella tanto quería, y por ella misma.

No obstante, las cosas no salieron como ella se esperaba. Pese a ser una reclusa obediente dentro del penal de mujeres, no todas eran buenas en ese lugar. Había recibido múltiples humillaciones; del mismo modo, Roberto no paraba de pedirle el divorcia, y ella seguía negándose a aquello, hasta que, al parecer, el hombre se cansó.

Estaba en su celda, acostada, cuando de repente, la puerta se abrió, y entonces tres mujeres ingresaron en el lugar, y comenzaron a golpearla tan violentamente, hasta que sintió un líquido escurrirse entre sus piernas.

— Esto es porque no haces lo que te piden — gruñó una de las reclusas.

— Solo tenías que firmar el divorcio, y ya.

Sin embargo, Jazmín no escuchaba nada, por la preocupación de perder a su bebé.

Muy tarde.

Una de las mujeres la levanto. Ella tenía el rostro irreconocible, mientras sollozaba.

— ¡Mi bebé! — repetía una y otra vez, hasta que sintió el filo de un cuchillo, incrustarse en su abdomen —. Mi… bebé.

Las tres mujeres comenzaron a reírse, hasta que una se puso de cuclillas, y le levantó la barbilla. Jazmín logró ver borrosamente su rostro, mientras se perdía en un abismo.

— Te manda saludo Roberto y su futura esposa. Esto lo mandaron a hacer ellos.

Y cayó en la inconsciencia.

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