Evan era un chico de mi aula de los más populares.
Era tan malditamente guapo y perfecto que cuando lo conocí creí que era irreal, y desde aquel primer instante me enamoré perdidamente de él.Evan era capitán del equipo de fútbol americano, y por tal cosa tenía un cuerpo que me parecía lo más semejante a las esculturas a la mitología griega. Tenía una espalda ancha, pero sin exagerar, cintura más estrecha, unos brazos que seguramente eran el doble de los míos, piernas atléticas, manos varoniles y para rematar un rostro cautivador.
Dos orbes verdes esmeralda resaltaban en su rostro de facciones marcadas, encima había un par de cejas pobladas y gruesas, la piel era lechosa y salpicada de pequeños puntitos cafés... El cabello pelirrojo natural contorneaba h