Akem
Llegué hace dos horas a Marsella pero la rabia y el dolor no me ha dejado poder ir a la mansión. Estoy en un bar tomando hasta quedarme sin conciencia, la mujer que tanto amo regocijándose en brazos de otro; que ironía de la puta vida Massimo y Leonardo queriendo alejarla de mi por ser un mafioso y el capo de la mafia italiana también anda detrás de ella eso sin contar al imbécil de Santiago Medina.
— Boss — aparece Raúl — mejor vámonos a la mansión antes de que haga un espectáculo.
Lo miro mal. — yo hago lo que a mí me da la perra gana — lanzo la botella al suelo haciéndose añicos — el que no me quiera ver que se vaya a la mierda.
— Son las siete de la mañana, ya van a cerrar el bar. — dice con cansancio.
Me levanto del asiento hecho una furia y si Raúl no me agarra caigo al suelo. Pasa mi brazo por su hombro para facilitarse la manera de llevarme al coche; ya en el auto él conduce sin afán como que si no quisiera que llegara a mi mansión, una hora más tarde donde debía ser vein