Mientras Sabine pedía una copa de vino tras otra y se sumergía en la búsqueda de su nuevo auto, yo pude enfocarme totalmente en ella y mirarla a placer, retener cada detalle de su adorable aspecto en mis retinas... Absorber sus movimientos, gestos, miradas y sonrisas.

—Aquí podríamos venir a la luna de miel, ¿te gustaría, Hanny? —inquirió él y extendió una mano para tocarle juguetonamente la punta de la nariz a ella.

Una sonrisa feliz iluminó aquel rostro tan dulce y mi pecho se estremeció de emoción.

—Pero este sitio es muy caro; si no fuese por la promoción que ganaste, no estaríamos aquí.

Agitó la cabeza firmemente en un NO rotundo, pero sin verse decepcionada.

—Mejor vayamos a otro lugar y ahorremos para una casa, ¿no suena mejor, Sean?

Calculé alrededor de 21 años de edad a ambos y un amargo sabor de boca me invadió al notar el marcado contraste con mis 28 años, especialmente en ella. Mi padre creía que el éxito de una relación se basa en la similitud de edad y recalcaba que por e