CAPÍTULO 87. Un año para volver
OTOÑO
Alan insistía en sus ejercicios y en sus sesiones de fisioterapia, aunque cada movimiento le provocaba un dolor casi insoportable. Estaba determinado a seguir con el tratamiento y a volver a caminar.
—Quizás lo peor de todo es que sigo sintiendo —le explicó un día a Mar—, mi instinto en las mañanas es levantarme, echarme sobre ti, hacerte el amor, cargar a los niños... Y tengo que recordarme que ya no puedo hacer eso y que debo tener cuidado.
Mar se sentó sobre él en la silla y cruzó las piernas.
—Lo sé, amor, pero vamos tan bien... Las cosas no han sido fáciles pero tú eres un guerrero. Vamos a salir de esta.
Y no podía ser de otra forma, porque aún cuando Alan estaba en sus peores momentos, la fe de Mar y la sonrisa de sus hijos lo hacía sobreponerse y seguir.
Por desgracia, esos momentos difíciles estaban lejos de terminar.
INVIERNO
La recaída de Alan con los analgésicos fue inminente, el dolor era demasiado fuerte y el frío hacía que la fisioterapia fuera todavía peor. En su