Capítulo 5

Aturdida.

Esa era la palabra perfecta que destacaba la confusión y el estado de Abby, desde que ese hombre había dejado esa oficina.

Esos ojos, ojos intensos y profundos, su rostro, un rostro tallado, firme, expresando que podía soportar toda la presión del mundo en un instante y ni siquiera se inmutaría, esos eran sus pensamientos incesantes que no dejaban que ella pudiese acompasar en nivel de su respiración.

¿Cómo lo hacía? Como tenía esa cosa invisible que lo hacía ver inconmovible, firme y tan fuerte.

La preocupación la arropó totalmente cuando entendió que ya había pasado algún tiempo y ella no volvía a la normalidad. Su comida estaba intacta, a la vez que su padre movía los cubiertos en silencio mientras también tenía la mente perdida en otros pensamientos.

Un suspiro salió nuevamente de su boca oprimiendo su pecho, sintiendo una punzada algo ruda en su corazón. Debía apartar cualquier pensamiento, debía desaparecer cada imagen que pasaba por su cabeza de ese hombre que estaba prohibido para ella.

¡Soy una mujer casada, por el amor de Dios!, se gritó de forma tosca en su mente para ver si de esa manera, su misma moral sepultaba todo aquello que no estaba permitido. Se castigó cruelmente haciéndose ver como una loca por solo pensarlo.

—Lo dejaré aquí —dijo Ezra interrumpiendo su guerra mental—. Haré una llamada a casa… por favor encárgate de que todos estén en la reunión —su padre se levantó de la mesa, y limpió su boca con una servilleta mientras Abby asintió en silencio.

Ezra vio el plato de su hija antes de salir, pero evadió la situación y caminó apresurado.

Abigail quedó sola en el espacio que se instaló en una sala privada para que cualquier empleado viniera a tomar un descanso y comer; arrimó el plato hacia un lado sin apetito alguno. Negó varias veces y luego miró el reloj.

A la final, tomó el teléfono celular y marcó a su esposo.

—Estoy yendo… —respondió Marshal agitado—. Tengo un plan que alegrará a todos, en unos minutos estaré pisando la empresa.

Ella supo que su esposo iba a colgar, pero se apresuró a intervenir

—A las 3 de la tarde hay una reunión urgente —Informó notando que él se quedó en silencio—. Papá dará una información importante, y todos los miembros de la empresa deben estar presentes…

—¿De qué se trata? —preguntó Marshal, mientras se quitaba a la mujer que tenía encima de sus piernas.

—Cuando llegues a la empresa, hablaremos —y con esto, Abby finalizó la llamada.

***

—Entonces ¿es una mujer?

Dominic escuchó la pregunta y levantó la mirada hacia su mejor amigo, Jacob Baker, que estaba sonriéndole con la pierna cruzada, y llevando un trago a sus labios.

—¿Qué quiere decir esa sonrisa pendeja? —refutó Hunt con el ceño fruncido.

—Pues, a la manera en que vienes aquí, me cuentas el supuesto negocio y con una admiración de mierda, me dices que estás impresionado de ella…

—Es… porque es así.

—O… porque quieres acostarte con ella…

Hunt dejó de teclear y bajó la tapa de la laptop en donde estaba trabajando, para cruzarse de brazos y mirar firme a Jacob.

—Esto es trabajo, no puedo negar que, sí, estoy maravillado con ella, pero es más bien por su inteligencia, es un genio, alguien que está vendiendo una idea que nunca se le ocurrió a ninguno de mis empleados… incluyéndote.

Su amigo volvió a reír.

—Ok…

—¿Ok?

Jacob alzó sus hombros y luego puso el vaso vacío en la mesa.

—Esto va a sonar muy afeminado, pero conozco esa mirada, quieres joderte en esa mujer.

—¡Basta!, no sigas con esa mierda, es solo trabajo. Y ahora que estás desocupado, mejor acompáñame a esa reunión.

—¿Tendrás que ir a una reunión para que aprueben un contrato de 100% de inversión?

Dominic rodó los ojos.

—Así es….

—¿Te has vuelto loco? No creo que me hicieras venir solo para acompañarte…

—No, esto es dinero, Jacob, sé cuándo algo me generará grandes ganancias. Hay un problema con Hudson, investigué lo que está ocurriendo antes de responder su correo.

Su amigo frunció el ceño y luego se acercó más a la mesa.

—¿De qué se trata? Llegué hace unas horas y no he leído el informe que me dejaste.

—Tienen cifras rojas exorbitantes, un desfalco que los está dejando en la ruina. Por tal motivo están enviando dicha propuesta. Luego te comentaré los detalles, de hecho, yo mismo no leí punto por punto lo que enviaron de la investigación que pedí, pero cuando vi la propuesta, tomé un avión y vine a Minneapolis porque es un proyecto perfecto.

Jacob tomó su mandíbula y luego asintió.

—¿Cuánto tiempo estaremos aquí? Sabes que también debo volver a otros asuntos de la empresa en Washington… —indagó su amigo mientras Dominic estaba intentando procesar la información para sí mismo.

Hunt no sabía precisamente cuando tiempo podría estar en esta ciudad. No sabía en qué estaba pensado ahora, pero lo único que estaba generando su mente es que debía quedarse un tiempo adecuado para que las cosas no se salieron de control con esta inversión, a la que estaba arriesgando mucho.

Por supuesto, Jacob estaba aquí con él, no podía pedirle a alguien más que viniera, aun cuando su amigo se encontraba resolviendo un proyecto en Washington, necesitaba tenerlo aquí en Minneapolis. En sí, Baker era su empleado, gerente principal y el que en muchos momentos ponía la cara por su empresa, cuando a él le surgía algo de último momento.

Estaban acostumbrados a viajar de forma imprevista, a salir de una ciudad a otra, a transitar y vivir de temporadas, y luego despedirse sacudiendo sus manos como si nada hubiese sucedido en el pasado.

Ambos estudiaron juntos y compartieron una niñez prolongada, sus familias eran muy unidas, aunado a que ellos fueron a las mismas instancias educativas a lo largo de toda su vida desde que eran unos niños.

Jacob tenía una hermana, pero Dominic era hijo único y eso hizo que literalmente lo adecuara como su hermano.

Hunt confiaba ciegamente en él, y Jacob era su mano derecha en todos sus asuntos, y por eso en unos meses atrás, Hunt lo había convertido en su socio mayoritario. Entonces, por supuesto él estaba aquí, junto con algún equipo de trabajo que llegaría en unos días y se instalaría en el edificio que ellos habían alquilado, solo para ellos.

No había un rubro específico en donde Dominic se desenvolviera, él invertía en todo lo que se viera provechoso; hoteles, restaurantes, la bolsa y por supuesto su ambición mayor, la producción alimentaria.

A sus 32 años, era un hombre exitoso, muchos decían que su fortuna se debía a la forma inagotable y ardua de trabajar, y otros, que tenía a los mejores inversionistas a su cargo, pero todos tenían características en común cuando se hablaba de Dominic Hunt; No al matrimonio, no a las relaciones largas, y nunca confiar en una mujer.

Y esto, era una incógnita que picaba hasta a su propia familia, pero su explicación y la verdad del meollo solo se encontraban en los recuerdos y en la mente de Dominic y de su mejor amigo, Jacob.

Después de largos segundos, Hunt alzó la mirada y puso las manos cerca de sus labios haciendo una pirámide con sus codos en la mesa.

—No lo sé aún, todo depende de cómo vayan las cosas, Jacob. Pero te necesito aquí, no conozco mucho esta ciudad, ni a la gente, debo tener personas de confianza cerca mientras se concreta y se da avance al proyecto. Haremos lo de siempre, cuando haya que salir a otras ciudades, iremos, hasta que vea que la situación se maneja sola, entonces enviaré a alguien para que se quede a cargo aquí.

Su amigo dio una sonrisa larga y luego asintió.

—Ya me estaba preocupando… hay una rubia importante en Washington…

Dominic negó.

—Hay cientos de rubias aquí. Conoce a alguna.

—Creo que esta es importante… —Jacob obtuvo una mirada asesina de Hunt—. Bueno… un poco, no es muy importante.

—Ninguna es importante, así que no pierdas el tiempo —lo cortó Dominic mientras le arrojó una carpeta que Jacob abrió rápidamente—. Estos son los puntos que dejaremos claros en esa reunión. Solo habla si lo crees importante, de resto déjamelo a mí.

—Ok —Jacob Alzó su mano y luego miró las líneas rápidamente—. ¿Dónde está el nombre del genio?

—No hay nada de ella en ese informe, el nombre de Ezra Hudson es el que refleja en todos los documentos. Luego sabré sobre su hija, parece que tiene un puesto importante en la empresa y es fundamental que sepamos cuál es…

—¡Esto es magnífico! —volvió a decir Jacob—. Línea de lujo… tengo muchos compradores para esto.

—Lo sé, la cabeza me vuela en solo imaginar hasta dónde puede llegar esto. Pero no es solo esta línea —Inquirió Dominic excitado pasando la hoja—. Ve a la sesión número 10. Aquí se habla de subproductos, extractos, esencias, entre muchos que se venderían congelados de calidad tipo A… podemos hacer cientos y cientos de subproductos… no sé si tienes…

—Sí, puedo imaginarlo —interrumpió su amigo con el mismo ímpetu—. Esto es grande. Si realmente ella es la de la idea, debo felicitarla personalmente.

En ese instante Dominic alzó los ojos y frunció el ceño.

—No sé si escuchaste que es para felicitarla —Explicó Jacob tratando de contener la risa.

—Espero….

—Además —Agregó de nuevo su amigo—. La marcaste…

Dominic suspiró profundo y luego vio su reloj.

—No creo que sigas con las mismas pendejadas, ¿O sí?

—Te dejo tranquilo, pero dime, ¿Es rubia?

Hunt negó mientras su sonrisa se ensanchó por primera vez.

—Por supuesto que no… es… muy hermosa. Aunque a simple vista se ve que respira inseguridad, ella ni siquiera se ha dado cuenta del potencial que tiene.

—¿Cómo cuantos años tiene? ¿Tiene novio?, ¿Comprometida…?

—No tengo idea, Jacob, no fui a una cita —esta vez una molestia se denotaba en la voz de Dominic—. Te repito que lo único que leí del informe, era sobre la empresa de Ezra, no de su vida personal… ni siquiera sabía que tenía una hija… así.

Su amigo sonrió nuevamente tratando de esconder su gesto con la mano hacia la roca humana que tenía adelante.

Jacob amaba a Dominic como si fuera su propia sangre, le debía gran parte de su triunfo y de su riqueza, pero eso no era nada en comparación con el tipo de amistad que se había desarrollado en toda su vida, así que lo único que lamentaba es que ellos tuvieron un punto de quiebre en el pasado que siempre sería una espina en el talón en ambos, para todos sus pasos en el futuro…

Aunque Jacob y Dominic tenían suficiente dinero como para tener un chofer, ahora mismo, Hunt conducía el auto mientras su amigo hacía de copiloto. Todos los protocolos que la gente se metía en la mente sobre la riqueza eran cuerda floja para ambos, ellos nunca pretendían ser mejor que nadie, ni tampoco se aprovechaban de su fortuna para aparentar que el dinero caminaba para ellos.

Hunt estacionó frente al edificio en una zona común de empleados y después que su amigo cerró la puerta, activó el seguro automático y luego le señaló a Jacob que entraran por la entrada principal, aunque ya le habían dicho que él tenía exclusividad.

Saludó a todos los que pudo, aun sin conocerlos, y fue al ascensor que hace unas horas le habían mostrado para subir al piso número 5.

Una vibración algo extraña se expandió desde sus dedos hasta su espalda. Una sensación comenzó a gestarse en su pecho mientras tocaba todos sus dedos con el pulgar para amortiguar lo que por alguna razón lo estaba colocando nervioso.

Apretó la mandíbula cuando el ascensor se abrió y vio a la misma mujer que lo recibió horas atrás.

—Señor, Hunt —dijo la chica rubia de falda apretada, caminando hacia él. La podía reconocer perfectamente, porque Abigail la había llamado Lina, así que concluyó que era su asistente.

Jacob cambió repentinamente y se quitó las gafas de sol, cuando la mujer se acercó hacia ellos, y como de costumbre formó una sonrisa para la mujer. Los ojos de Dominic rodaron, pero no pudo sino carraspear para que su amigo entendiera la indirecta.

—Hola, tenemos una reunión… —comentó Hunt serio hacia la mujer y ella asintió sonriente.

—Si señor, por favor pase conmigo, todos están esperándolo.

Que puntualidad, dijo Dominic en su mente mientras miraba su reloj y comenzaba a dar pasos detrás de aquella mujer. De reojo pudo ver como Jacob se comía su trasero de forma descarada y solo rezó porque terminara esa jodida reunión cuantos antes.

La mujer rubia abrió unas puertas corredizas, y les dio la bienvenida en voz alta.

Hunt pudo ver que todos en la mesa se levantaron, y a la rapidez vio como Ezra lideraba el extremo y lo observaba con satisfacción. Sin embargo, una estúpida voz, una dirección o una jodida señal, hicieron que su mirada de manera calculada girara. Era un error, un gran y maldito error posicionar sus ojos cargados de ansiedad en esa mujer que ahora mismo tenía esos ojos color miel, justo encima de él.

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