Diego cerró la puerta del dormitorio antes de ir a abrir.
—¿Lola? —preguntó sonriendo—. ¿Todavía despierta?
Diego y ella habían cenado juntos y luego él mencionó que tenía trabajo pendiente.
Lola sabía que era adicto al trabajo y no se atrevía a molestarlo.
Finalmente, al ver que era hora, se decidió a venir.
—Diego —dijo Lola suavemente—, parece que la ducha de mi habitación tiene problemas y aún no me he bañado.
Diego respondió con voz gentil: —Entonces llama a recepción y que vengan a arreglarlo.
—Eso llevará mucho tiempo —Lola miró hacia dentro—. ¿Puedo bañarme aquí?
Diego cerró la puerta tras ella y ambos quedaron afuera: —Todavía estoy trabajando. Ve a tu habitación, yo hago la llamada y esperamos juntos.
Aunque su plan se vio interrumpido, el hecho de que Diego dejara su trabajo para acompañarla hizo sentir a Lola que era valorada.
Al día siguiente, Irene se despertó sintiéndose adolorida y débil por todas partes. Cada vez que movía las piernas, sentía que iba a romperse.
Con