Camila no esperaba que Mariana fuera tan poco agresiva. No solo no logró provocar una ruptura entre Diego e Irene, sino que además se metió en problemas ella misma.
—Si no hubieras hecho tanto lío, la verdad es que estar con Mariana podría haber sido bueno; esa mujer realmente te quiere. —dijo Camila mientras visitaba a Pablo.
—No me gusta ella, ¿de qué sirve? Solo amo a Irene. —respondió Pablo.
—¿Qué tiene de especial? ¡Todos parecen gustarle! ¡Pero tú la odiabas de niño! —Camila apretó los dientes.
—¿Sabes por qué la odiaba?
—¿Por qué? Si la odiabas, ¿cómo es que ahora te gusta? —Camila estaba verdaderamente confundida.
—Lo que odiaba era... ¡que nunca me miraba! Tenía una relación tan cercana con Julio, pero nunca me prestaba atención.
—Cada vez que discutía con ella, miraba a Diego. ¿Qué tengo yo que no tengan ellos? ¿En qué fallé? ¡¿Es que está ciega y no ve lo bueno que soy?!
—Si en su momento se hubiera casado conmigo, la habría amado de verdad; le habría dado lo mejor del mundo