—¿Qué te pasa? ¿No ibas a romper con él? ¿A dónde vaya, qué te importa? —Irene la detuvo.
Bella se quedó en shock. Después de unos segundos, levantó la pierna para subirse a la cama y se recostó contra el cabecero, con una expresión impasible.
—Tienes razón.— Irene había pensado en hacerle una broma, pero no esperaba que ella se tomara sus palabras tan en serio; de inmediato se preocupó.
—¿Qué dices? Solo estaba bromeando.
—Yo no estoy bromeando. —respondió Bella—. He estado pensando mucho estos días, y en realidad no somos compatibles.
—¡Estás aburrida! —Irene la agarró del brazo—. Te aprovechas de que le gustas y te comportas como una niña mimada.
Bella se apartó, se metió en las sábanas y se cubrió completamente.
—¿Por qué actúas así? ¡Sal de ahí! Cuando me diste consejos, eras muy valiente, ¿no? ¿Por qué ahora te encoges y te pones a pensar en mil cosas, temiendo a todo? ¿Dónde está tu valentía? —Irene, frustrada, casi le da una patada.
Bella se escondió bajo las cobijas y se negó