Bella explicó la situación. Irene pensó un momento y lo entendió.
Joaquín y Ezequiel estaban en el mismo bando. Seguramente, Ezequiel había llamado a Joaquín para que lo trajera. Temía que Bella todavía no se diera cuenta.
No tenía intención de decírselo, porque temía que, al enterarse, Bella se enojara con Joaquín. Ya tenían suficientes discusiones, y no quería ser la causa de otra.
Como era de esperar, no pasó mucho tiempo antes de que recibiera un mensaje de Ezequiel. El mensaje contenía solo una frase.
[Podemos comer juntos ahora.]
Media hora después, los cuatro se sentaron en el restaurante de la cabaña.
La mirada de Ezequiel hacia Irene era directa y provocativa. Ella no lo miró, pero sentía su atención sobre ella.
—¿Qué miras? ¡Qué falta de educación! —Bella, indignada por su comportamiento, casi quiere golpear la mesa.
Ezequiel, que en su juventud había sido un pequeño pandillero y ahora se había hecho un nombre, no tenía reparos en comportarse así.
—¿No se puede mirar a una be