En el momento que Diego giró, alguien sacó de repente un brillante cuchillo y lo apuñaló directamente hacia él. Aunque Lola ya sabía lo que iba a pasar, al ver el arma no pudo evitar dudar un segundo.
Fue solo un instante; con un sonido sordo, el cuchillo se clavó en la carne. Lola reaccionó de inmediato, gritando:
—¡Diego!
Pero el objetivo del cuchillo no era Diego.
En ese momento crucial, Irene fue la primera en reaccionar, colocándose frente a él. Sin tiempo para escapar, cerró los ojos, pero el dolor que había anticipado no llegó. Solo sintió que el mundo giraba, y Diego la tomó en brazos, dándole la vuelta rápidamente.
Sin embargo, no pudieron evitar el cuchillo. La hoja se hundió profundamente en el brazo de Diego.
Las personas a su alrededor rápidamente sometieron al atacante. Lola no se esperaba que las cosas se desarrollaran de esta manera; no solo no se lanzó al frente para que Diego viera su "valentía" y "amor", sino que presenció el sacrificio de Irene y, sobre todo, a Dieg