Hizo una pausa, luego continuó con evidente pesar:
—Ella sabía que las cosas estaban mal. Por eso, tenía como propósito desintegrar el consejo de magia. Poco después de expresarnos esa intención… murió.
Tragué saliva con dificultad. Todo lo que contaba golpeaba con fuerza mi percepción de lo sucedido.
—Con su muerte, también murieron nuestras esperanzas de un cambio. Entonces comenzaron los conflictos. Los soberanos de Raynkell y Drusflak, cuyas tierras han sufrido durante siglos, decidieron rebelarse. El Rey Erick ordenó al ejército real someterlos, pero no fue la batalla fácil que él había anticipado. Enfrentarse a gigantes, ogros, trolls y gólems no es algo que deba tomarse a la ligera. Al ver que perdía, los demás soberanos se llenaron de valor y alistaron a sus tropas para apoyar a los rebeldes. Sin embargo, esto solo llevó al Rey Erick a entrar en pánico y tomar medidas desesperadas…
Un ruido seco y distante interrumpió la conversación. Los sonidos se intensificaban: eran pasos.