Capítulo 083. Lluvia mortal.
La lluvia caía intensamente aquella tarde de primavera, y cada gota parecía golpear el corazón de Antón. El peso que sentía entre el pecho y la espalda no era solo la opresión de la humedad, era el dolor y la culpa que lo consumían.
 La salud de su madre había empeorado. Le habían diagnosticado fibrosis pulmonar, y debido a su edad y otras enfermedades preexistentes, los tratamientos no estaban dando resultado. La impotencia lo devoraba. Antón llegó a su oficina en aquel gran edificio, una mole de cristal y acero que había erigido con un único motor: la venganza. Pero ahora se sentía vacío, perdido. El pilar de su vida, su madre, se desmoronaba lentamente, y el otro, su esposa, lo había abandonado sin una palabra.
 De pronto, la rabia, ese fuego que se había apagado por un tiempo, volvió a encenderse con más fuerza. La reciente recaída de su madre se debía al incendio en Génova, y una certeza escalofriante se apoderaba de su mente: algo o alguien había provocado que su esposa se fuera.