El ambiente del restaurante resultaba aún más asombroso. Las paredes de ladrillo expuesto se combinaban con elegantes detalles en madera oscura, y una suave iluminación creaba una atmósfera íntima y sofisticada. Los camareros se movían con una discreta eficiencia.
—Buenas noches, señor Joseph —saludó el anfitrión con una inclinación de cabeza, conduciéndolos a una mesa apartada junto a una amplia ventana que daba a un jardín iluminado.
Una vez que se sentaron, Joseph tomó el menú y se lo ofreció a Giselle.
—¿Tienes alguna preferencia? —preguntó, buscando sus ojos.
Giselle examinó el menú, sorprendida por la variedad de opciones gourmet.
—Todo luce delicioso —admitió, sintiéndose un poco abrumada—. No sé qué elegir.
—Déjame sorprenderte —propuso Joseph, esbozando una sonrisa que esta vez era sincera.
Hizo el pedido para ambos, eligiendo un carpaccio de res como entrada y un salmón a la parrilla con espárragos como pl