Alexander Howard clavó su profunda mirada en los ojos de Aitor.
Zack separó sus labios y palideció, pensó que la sociedad se vendría abajo, pateó a su amigo por debajo de la mesa.
—Señor Howard, disculpe a mi amigo…
—Todos en esta vida tenemos un propósito —indicó interrumpiendo a Zack—, el mío es generar dinero, y repito para eso quiero a mi lado a los mejores. ¿Trabajan conmigo o no firmamos ningún contrato? —preguntó.
Aitor asintió, sin embargo, no se quedó muy convencido, había algo en ese hombre oculto, misterioso, y debía descubrirlo, además necesitaba trabajar, ahora debía responder por dos hijos.
Zack miró a Aitor, lo fulminaba con la vista, esperaba que respondiera.
—Tenemos un trato —contestó Aitor—, firmaremos el acuerdo.
Howard sonrió en su interior.
«Tengo al peón que requiero para proteger a la reina y aniquilar al m@ldito rey»
—Perfecto señores firmemos —ordenó, y luego pidió a su asistente entrar con las copas de champagne—. Brindemos señores, por el éxito de e