Aitor tenía entre sus brazos el cuerpo de Aby, dormía junto a ella, cuando la alarma de su móvil sonó, eran las 5h30 am y tenía el tiempo justo para prepararles el desayuno, irse a su hotel, bañarse, cambiarse de ropa y asistir a la cena con el señor Howard.
—Aby, cariño, debo levantarme —susurró.
El cuerpo desnudo de Abigaíl se hallaba apretado al de él, lo tenía abrazado con brazos y piernas como si no quisiera despegarse de su lado, entre sueños escuchó la voz de Aitor, frunció los labios, emitió un sonido como el ronroneo de un gato, y se retiró.
Aitor sonrió, buscó su ropa en el piso, y se colocó los pantalones.
—No me agrada esto de que tengas que irte en las mañanas a tu hotel —rebatió Abigaíl, emitió un bostezo, y prendió la lámpara de su mesa de noche.
—A mí tampoco —contestó Aitor—, pero es lo que tenemos. —Volteó y la contempló, tenía el cabello enmarañado, las mejillas enrojecidas, a pesar de eso se veía hermosa, como siempre.
—Se podría solucionar —propuso ella, se