Capítulo III: Llámala por mi nombre

Scott manejaba rumbo al hotel, se detuvo un momento, y tocó sus labios, ¿Qué fue eso? Sus pensamientos estaban confusos, pero ella era así, Valentina era una joven hermosa, sus cabellos eran largos y rubios, sus labios rojos y gruesos, una tentación difícil de rechazar

«Fue un momento de debilidad, solo soy un hombre frente a una mujer hermosa, fue una reacción natural» pensó, pero algo dentro de él se sentía falso, tomó los papeles y titubeó al verlos, sacó el bolígrafo, su mano era trémula, al final firmó, luego fue al hotel

—¿Firmó? —preguntó Laura en cuanto lo vio entrar

—Sí, firmó —dijo Scott

Ella sonrió y lo abrazó, sintió algo de tranquilidad, aunque estuvo convencida de que debía seguir insistiendo para que pronto fuera su esposa

—¿Cuándo nos casaremos?

Él la miró extrañado

—¿Por qué tanta prisa, Laura?

—¿Acaso te arrepentiste? —exclamó indignada, cruzando sus brazos

—¡Claro que no! Laura, pero, acabó de divorciarme de Valentina hace solo una hora, si ella se entera de que me casaré de inmediato, va a odiarme, no quiero eso.

—¿Por qué te importa tanto? Esa boda fue obligada, fuiste una víctima, todos te forzaron, pero, ella fue quien se entregó a ti, ella fue a buscarte, sabía lo que hacía, no es una niña, ella te tentó, una forma vil de conseguir a un hombre.

—¡No es cierto! —espetó sorprendiéndola

—Ah, ¿no? ¿Es que acaso tú buscabas hacerla tuya? Dijiste que todo fue un impulso de despecho, una debilidad en ti, que ella aprovechó, ¿O no? ¿Acaso tú también la deseabas tanto?

Scott bajó la vista, se sintió atormentado

—Laura, Valentina me ama, no quiero destrozar más su pobre corazón, me importa, es parte de la familia, todos en casa la adoran, y siempre será especial para mí, así que debes acostumbrarte.

—¿Así que será un fantasma entre los dos?

—No, no he dicho eso.

—Lo siento, es que, me siento trágica, quiero casarme contigo, ese era mi sueño, saber que te perdí, me mata.

Él acunó su rostro, y besó sus labios con suavidad

—No pienses eso, estoy aquí, contigo, ahora soy libre. Esperemos un mes, y casémonos.

Ella sonrió, se abrazó a su cuerpo con fervor, estaba feliz, necesitaba ya ser su esposa, besó sus labios apremiando con rapidez, las manos de Scott la envolvieron, cayeron sobre el colchón, ella se quitó la blusa con rapidez, él la observó con algo de deseo y con sorpresa, no esperaba que se desinhibiera tan rápido, pero deseaba hacerla suya de nuevo, como en los buenos tiempos, pronto comenzaron a acariciarse, con fervor y pasion, él la besó, comenzó a encenderse, a desearla con muchas ganas, la temperatura se elevó, estaba perdido entre el placer de las sensaciones

—Di que me amas —dijo Laura entre sus labios, necesitaba escucharlo

—Te deseo tanto, te amo, Val… —cuando las palabras salieron de su boca él todavía no las entendió, fue hasta que ella se alejó y abrió los ojos, su mente hizo un corto circuito, no, ella no era Valentina, y no tenía ni una clara idea de porque su pensamiento le hizo creer que estaba con ella, y no con Laura

Ella se levantó, se puso la blusa, su rostro estaba indignado, él intentó detenerla, tomar su mano y hablar, pero ella se alejó con rabia

—¡Me llamaste Val! Si tanto la amabas, y la deseabas, ¿Por qué te divorciaste? ¿Qué te dio Valentina para que la desees en tu cama, Scott? —exclamó rabiosa

—No es así.

—¿Vas a negarlo?

—Fue un error, fue la costumbre.

—¡Mientes! Ni siquiera te diste cuenta, dime ¿Era tan buena en la alcoba que ahora la extrañas?

Él no respondió nada, bajó la vista, ella salió de ahí, y lo dejó solo

Scott caminó desesperado, tocó sus labios y pensó en Valentina

«Debe ser la m*****a culpa que me atormenta por romperte el corazón, Valentina, sabes bien que yo no te amo, yo también lo sé» pensó

Scott salió a alcanzar a Laura que caminaba alejándose, las lágrimas caían por sus mejillas, él la abrazó por la cintura

—Perdóname, soy un tonto.

—Ella es más joven y bonita, ella puede hacerte más feliz que yo.

—No digas tonterías, por favor, Laura.

Ella se giró a mirarlo

—Tengo miedo de que hayas dejado de amarme y no te des cuenta.

—No es así, ¿Sabes qué? Casémonos en quince días.

Ella lo miró impactada, sonrió y lo abrazó

—¡Si quiero! —exclamó Laura

A la mañana siguiente, Scott fue a casa, su madre no estaba feliz, se negaba a aceptarlo

—Entiéndelo, Scott, no es el mejor de los momentos, ahora podría ser contraproducente, si lograste que Valentina accediera al divorcio debes contentarte con eso, pero, traer a Laura aquí.

—Ella quiere pedirles una disculpa por todo lo que pasó, ella merece esa oportunidad.

Diana no parecía complacida, su hijo suplicó, pero Diana tuvo un mal presentimiento, algo no estaba bien

—Scott, estás actuando por puro impulso, no eres ya un adolescente enamorado.

—Madre, esto es por Valentina, sé que la adoras con la vida, pero debes entender, yo también la quiero mucho, la adoro, pero eso no significa que ella sea mi felicidad, siempre le desearé lo mejor —aseveró

—Mira, está bien, tráela a cenar esta noche, te advierto que no sé si tu hermana Melissa lo acepte, hijo, debes comprender, no todos tenemos la facilidad de perdón que tú.

—Hablaré con Meli, ella entenderá. Ayer, Valentina dijo que se iría a Boston con Meredith, ¿Es verdad?

—No lo sabía, hablaré con Meredith y también con Val, quería pedirle que volviera aquí, pero, ahora no sé si ella lo deseé.

—Deberías hacerlo, no creo que Valentina se sienta cómoda en Boston, lejos de su casa, y su familia, se sentirá mejor aquí, sola en Boston, o donde sea, podría pasarle algo, debemos cuidarla.

—¿Debemos? Scott, ahora enfócate en tu nueva relación, a partir de ahora, Valentina ya no será parte de tu vida, no creo que sea sano que te acerques a ella.

Scott frunció el ceño, parecía tan sorprendido

—¿Por qué? No es el fin del mundo, madre, ella y yo seguiremos viéndonos, estaré al pendiente, ella sabe que cuenta conmigo para todo.

—No es el fin del mundo, Scott, pero es el fin del amor contigo para ella, déjala en paz, necesita estar lejos de ti, para olvidarte y empezar de nuevo.

—¿Olvidarme?

—¿Y qué esperabas? ¿Qué después de esto venere tu recuerdo como un inalcanzable a quien rendirle tributo? Por favor, hijo, ella es fuerte, saldrá adelante, no te necesitará para nada.

Scott guardó silencio, las palabras de su madre sonaban tan aterradoras, ella le dijo que volviera más noche, a la hora de la cena, y que trajera consigo a Laura.

Scott salió de ahí, se encontró a Melissa, quien no parecía dichosa de verlo

—Meli, sé que no estás de acuerdo con mi vida, pero…

—Es tu vida, hermano, como tú la vivas o decidas, no es mi responsabilidad, tengo mi opinión, no voy a darte consejos, no lo haré, ahora eres un hombre, solo puedo rezar porque te vaya bien.

—Laura vendrá esta noche a cenar, ¿Sería mucho pedir que la aceptaras de nuevo?

—Es mucho pedir, consuélate con saber que seré cordial y educada como me lo enseñaron mis padres, desde niña.

Él asintió y Meredith que bajaba las escaleras los vio

—Hola, Meredith, ¿Cómo estás?

Meredith lo miraba con ojos furiosos

—Bien, ya me voy madre, te veo después.

Scott bajó la vista, sorprendido, Meredith y él eran cercanos, ella nació cuando él tenía diez años, así que él la cuidó siempre, era su adoración, su frialdad dolía

—Meredith, despídete de tu tío —dijo Melissa reprendiendo a su hija

—Voy a ser sincera, porque de eso se trata la familia, al menos eso me hicieron creer, siempre, no estoy de acuerdo en cómo lastimaste a Valentina, ella no lo merecía, tío, la vi llorar como cuando sus padres murieron, y ella es la hermana que nunca tuve, si yo estuviera en su lugar, sé que ella jamás volvería a hablar con el tonto que rompiera mi corazón, así que, no volveré a hablarte, debes saber, que ahora eres mi enemigo jurado por lastimar a Val.

—¡Meredith! —exclamó Melissa al escuchar cómo era grosera con su tío

Scott alzó la vista y la observó con tristeza

—Entiendo que estés molesta, pero soy tu tío, soy tu familia, Meredith, siempre será así, si no quieres hablarme, lo entenderé, pero nunca dejaré de amarte.

—Estás tan equivocado, porque Valentina era quien te amaba, y las personas que te aman, sin ser tu familia, son quienes te aman más, ¿Sabes por qué? Ella te eligió, te ama por quién eres, por lo que hay en ti; mi madre, mi abuela, mi padre, incluso yo, no te elegimos, te amamos porque eres hijo, hermano, cuñado y tío, pero Valentina te eligió de entre millones de personas, te amó sin que un título se lo impusiera, y tú acabas de despreciar un amor admirable, cuando te des cuenta de que lo tenías todo, será un buen golpe de realidad, cuidado con tu corazón, no dejará de sangrar —espetó, saliendo de prisa, dejándolos perplejos, Scott tragó saliva, era suficiente, respiró

—Lo siento, hablaré con Meredith.

—Déjalo así, no te preocupes, estaré bien, te veo más tarde —dijo Scott y se fue

El pueblo de Redville, estaba al oeste de Massachussets, era pintoresco, pequeño, y con el gran bosque Red Flames cerca, cuando aquel hombre entró a la única joyería antigua que tenía el pueblo, el señor Dupont le miró con intriga, era un forastero, y a él no le agradaban

—Buenas tardes.

—¿Se perdió? —espetó con algo de indiferencia

El hombre le sonrió

—Sí, estoy perdido, bueno, en realidad, busco a una mujer que está perdida.

—¿Una mujer perdida? ¡Interesante! —espetó el viejo—. Me conozco a todos los que habitan Redville, así que, si la he visto se lo diré.

El hombre sacó de su billetera la fotografía y se la extendió, el señor Dupont la miró solo un momento, era fácil para él, conocía a esa chica

—Sé que ella nació y vivió aquí por muchos años, pensé que habría vuelto.

—La conozco, sí que lo hago, pero, ella se fue hace tiempo de aquí, hace más de seis meses, ella huyó, luego de romper el corazón de un hombre bueno, el hombre más rico del pueblo.

El hombre le miró con intriga

—¿Y cómo le rompió el corazón?

—Laura Bailey dejó a Scott Brighton plantado en el altar el día de la boda.

El hombre alzó las cejas y asintió despacio

—¿Cree que haya vuelto?

—No lo creo.

—Gracias por su información —dijo el hombre y salió dejando al señor Dupont muy intrigado

El hombre caminó por las calles del pueblo, y pensó en Laura, Charlie sonrió, con ironía

«¿Te crees muy lista, Laura? Abandonaste a ese hombre por mí, y ahora me abandonas a mí por él, eso no es muy amable de tu parte, tendrás que pagarlo caro» pensó

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