Capítulo IV: Lazo de rencor

Meredith no lograba convencer a Valentina de abandonar la casa para que volviera a la mansión Brighton

—Aquí me quedan los recuerdos —dijo con la mirada triste

—Nadie vive de recuerdos todo el tiempo, Val, él no volverá.

—Tal vez si hablo con la abuela Diana ella pueda…

—No, Val, solo entiéndelo, déjalo ir, te juro, que algún día, Scott se arrepentirá.

—No lo creo, él nunca me amo.

—Los hombres solo aman el amor cuando es una tortura, no quieren a las chicas buenas, estoy harta de eso, ellos solo aman cuando es una guerra, cuando es una lucha, nunca voy a enamorarme, Val, nunca dejaré que alguien tenga la opción de destruir mi corazón, te juro que haré que ellos paguen primero.

Valentina tomó su mano

—No te amargues por mí, tú me lo advertiste, hay amores imposibles que no deben hacerse realidad, pero cuando insistes, solo te harán llorar por miles y miles de años.

—No digas eso, Valentina, eres joven, hermosa y rica, podemos tener a cualquier hombre a nuestros pies, ¿El tonto de Scott? Le quedan pocos años buenos de juventud, pero pronto, será un viejo aburrido y feo, que nadie desearía, nosotras estaremos con los hombres guapos de nuestra edad, disfrutando en una isla griega, visitando Chanel, bebiendo champagne, y eligiendo nuevos hombres a quienes seducir, y desechar —sentenció Meredith con osadía

—No quiero eso, solo, quería una familia feliz, como la que perdí, paz, amor, ¿No era mucho pedir? Supongo que, al final, el destino sabe a dónde te va a llevar, debería dejarme arrastrar sin temor, y dejar de llorar.

—Val, piénsalo, podemos volver a casa juntas.

—Lo pensaré, mañana tomaré una decisión.

Meredith la abrazó y se despidió, debía volver, no quería manejar en la noche oscura.

Cuando Valentina se quedó sola, y la nostalgia apareció, sintió que algo la asfixiaba, que no podía más, fue a la alcoba, y observó todo ahí, en esa cama, miles de recuerdos, ¿Cuántas veces hicieron el amor? Muchas, las suficientes para que él fuera el dueño de su piel, creyó que sería más fácil, que en algún momento él aceptaría que la amaba, había buenos momentos, y ella luchó por ellos, no supo en qué momento él decidió dejarla, decidió apartarla, porque ella guardó la esperanza de haber ganado su corazón.

De su alhajero tomó aquel anillo de compromiso, era de la abuela Brighton, se lo había dado para que ella se lo diera a la mujer dueña de su corazón, conocía la historia, Scott quería dárselo a Laura, pero ella le dijo que era una joya vieja, y no le gustaba algo usado, él compró una nueva joya para ella, cuando Scott le dio ese anillo a Valentina, ella fue feliz como nunca, era un tesoro invaluable, lo tomó, ahora verlo la hacía llorar, y supo que ya no debía, ni podía seguir ahí, tomó su valija y guardó sus cosas, iba a volver a la mansión Brighton, pensó que la compañía sería mejor consejera que la soledad.

Mientras tanto en la mansión Brighton, Laura y Scott llegaron tomados de la mano, Melissa sintió una punzada de rabia solo de verlos, y Frank parecía perplejo

—¿Cuándo volvieron? —exclamó irresoluto

—Hace poco, no digas nada, ya es suficiente vergonzoso —dijo Melissa con voz baja solo para que él la oyera.

Pasaron al comedor, pronto la cena se sirvió, había un silencio perturbador

—Quiero aprovechar para pedir perdón, sé que hice sufrir mucho a Scott, pero yo lo amo, realmente lo hago —dijo Laura tomando la mano de Scott

Melissa no podía ocultar ese rostro de frustración, mientras Diana hacía todo para creerle

—¿Qué hace esta mujer aquí? —espetó Meredith con rabia de ver a Laura en la misma mesa que toda su familia

—Meredith, querida —dijo Laura intentando acercarse a ella, pero la joven se alejó, y Laura volvió a su lugar—. ¿Creo que no está enterada?

—Meredith, ahora soy un hombre libre, y he decidido volver a casarme, me casaré con Laura.

Meredith abrió ojos enormes, incrédula de sus palabras

—Pero, ¡¿Qué?! ¡Es una locura! ¿Cómo puedes hacer esto? Es terrible, está mujer es una farsante, ¿Por eso dejaste a Valentina? para volver con una mujerzuela.

—¡Cuida tus palabras! —exclamó Scott en un grito

—A mí no me grites —sentenció con rabia—. Ya para mí, ni mi tío eres.

—¡Meredith, basta! —exclamó Frank y ella calló

—Me largo, porque estar en esta mesa con tantos hipócritas me da asco.

—¡Meredith! —exclamó Diana

—¿Cómo permites esto, abuela? Jamás creí que fueras así, lo esperé de todos, pero, ¿De ti? ¿Es en serio?

Diana bajó la vista, entendiendo a Meredith a la perfección

Valentina entró a la mansión, estaba por pedir que fueran por su maleta, y preguntó a una empleada por la abuela

—Está en el comedor.

Valentina caminó hasta allá, y cuando observó a esa mujer, sentada en la mesa como si nada, abrió ojos enormes

—¿Qué hace está mujer aquí? —exclamó furiosa

Meredith tomó su brazo cuando intentó acercarse a Laura con rabia, mientras todos se levantaban de sus sillas para mirarla

—¡Valentina! —exclamó Scott observándola con pesar

—Valentina, estoy aquí porque Scott y yo volvimos, vamos a casarnos.

Valentina estaba tan impactada, Scott deseó que Laura se callara de una vez por todas, pudo ver los ojos de Valentina volverse cristalinos, con la tristeza cubriendo su rostro

—¿¡Qué?!

—Lo de ustedes fue un error ya corregido, madura y acéptalo —sentenció Laura, Valentina dio un paso a ella y le encestó una fuerte bofetada que perturbó a todos, y Scott tomó sus manos alejándola, mientras Laura se quejaba, Valentina se liberó de su agarre

—Todo este tiempo, solo eras un traidor, ¡Me engañaste! Fuiste infiel con esta mujer, pero no fuiste honesto para decírmelo en la cara.

—¡No! Valentina, por favor.

Valentina miró alrededor, viendo a todos los Brighton ahí

—¿Todos lo sabían, menos yo? ¿Se burlaron de mí? Y aún decían que pertenecía a su familia, resulta que, yo no soy una Brighton, siempre estarían de parte de Scott, por encima del bien y del mal, así es como funciona, ¿Cierto?

—No, cariño —Melissa intentó acercarse y Valentina retrocedió

—¿Esto es el valor que le dabas a mi madre? Ella confío en ti, para que fueras mi albacea, ¿Y así le pagas?

Melissa bajó la vista ante tales palabras

—Son unos farsantes, unos traidores, ahora sé que no pertenezco a este lugar —Valentina miró a Meredith, quien lloraba—. Creí que eras mi amiga, actuaste muy bien hoy, casi te creo, queriendo llevarme a Boston para que ellos vivieran su perfecto amor, eres tan falsa —ella se desprendió del collar que llevaba puesto, un símbolo de su amistad, Meredith sintió mucha tristeza

—Val…

—Ya no eres mi amiga, ya no eres nada para mí.

—Basta, Valentina, no hagas esto —dijo Scott

—¡Cállate! Al fin sé quién eres, no sé cómo pude amarte, eres un traidor, un idiota al que odio —ella se sacó el anillo de compromiso de su dedo, y lo lanzó a los pies de Diana, quien se quedó perpleja

Valentina salió de prisa, asustando a todos, pero Scott fue tras ella, Melissa detuvo a Meredith, y Laura quiso salir, pero Diana lo impidió

—Deja que mi hijo lo arregle, ya hiciste suficiente daño, mujer.

Laura padeció ante sus palabras

Valentina salió de prisa, solo deseaba irse, jamás mirar atrás, sintió la mano de Scott reteniéndola, ella se alejó con furia, sus ojos centellantes de odio se clavaron en él

—¡No me toques! ¡Jamás volverás a hacerlo!

—Por favor, cálmate, déjame explicarte —suplicó

—No tienes explicación, no quiero saber nada, quédate con esa mujerzuela, ella no te ama, tarde o temprano volverá a destruir tu corazón, ¿Y sabes que será divertido? Qué no estará tu tonta para consolarte, para cuidarte, entonces sufrirás, desde donde esté lo celebraré con mucho gusto, ¡Te deseo lo peor! ¡Te odio! —exclamó rabiosa con los ojos llenos de lágrimas, dejándolo perplejo

Scott podía sentir su odio capaz de desmoronarlo

—Nunca quise lastimarte, Valentina, de verdad, nunca quise llegar hasta aquí.

—Eres un traidor, nunca hice nada malo para merecer este dolor, pero no te importó —dijo rompiendo en llanto, Scott podría sentir su dolor, que lo doblegaba, intentó abrazarla, pero ella lo empujó con fuerza, luego le dio tal bofetada, volteándole el rostro, él se quedó impactado, con el dolor enrojeciendo su mejilla

—Valentina…

—Jamás volverás a verme, ni siquiera lo intentes, nunca volveré a ti, espero que no seas feliz, espero verte triste mucho tiempo, porque no mereces el buen amor, te odio, te aborrezco con la misma fuerza que te amé, ya no te amo más, no voy a perdonarte, te juro que lo pagarás, algún día, estarás sentado, solo completamente, esperando el fin del mundo, y me recordarás, cuando lo tenías todo, lo desearás, pero no tendrás tan buena suerte, aunque tu boca sangre de tanto pedir perdón.

Él la miró fijamente, cada palabra eran dagas que ella lanzaba, le dolían de verás

—Por favor, no actúes así.

—Sé que no te importa, sé que no lo sientes, está bien, hasta nunca.

Ella subió a su auto, y él corrió a acercarse

—Por favor, no te vayas, no conduzcas así, estás mal, ¡Valentina! Por favor.

Ella no hizo caso, encendió el auto y arrancó, alejándose de él para siempre.

Lo miró por el espejo retrovisor, tenía las manos sobre la cabeza, con un gesto desamparado. Las lágrimas brotaban por los ojos de Valentina sin cesar, había un dolor que asfixiaba y quemaba en su corazón, era la segunda vez que sentía que lo perdía todo, estaba sola en el mundo, y debía seguir, sin conocer el destino que le esperaba.

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