Regina regresó al lugar que había comprado cuando despertó del coma. Era un departamento modesto, desprovisto de muebles, y con apenas lo necesario.
Pero se dio cuenta de que no necesitaba tanta riqueza. Miró a su alrededor y sintió paz. Porque sí, el sitio era pequeño y estaba casi vacío, pero contaba con algo más importante: era suyo.
Ahora, la gran pregunta era: ¿qué iba a hacer a continuación? No tenía ni idea de lo que quería en la vida, de lo que le gustaba o de qué trabajar. Su vida siempre había estado definida por la riqueza de su familia.
Ahora se daba cuenta de que la empresa más que un beneficio era una carga, una con la que no quería cargar más.
Aunque debía de reconocer que despojada de todo eso, se sentía a la deriva, pero también extrañamente libre.
A partir de ese momento podía hacer lo que quisiera, cualquier cosa. Así que decidió que buscaría trabajo en lo que fuera, cualquier cosa que le permitiera reconstruir su vida.
Ese mismo día, se sentó frente a su laptop,