—A ver, ¿qué cosas? —desafió el muchacho y escuchó atento a esa muchacha que tanto adoraba manipular.
—Nuestra relación se acabó, Esteban y siento mucho hacerlo de este modo, pero tengo miedo de acercarme a ti, tengo repugnancia de que me toques otra vez —jadeó y se sintió un poquito más ligera—. Y no te metas con mis padres, ¿oíste? Porque me estoy alejando en paz. Si te metes con ellos, iré con la policía y tengo amigos abogados que ya se graduaron, que estarán felices de mandarte a prisión —regañó rabiosa y se mostró tan acelerada que Esteban no tuvo tiempo de interferir—. Tengo algunos pendientes para esta semana, pero podemos reunirnos a hablar en cuanto regrese.
—¿Crees que soy estúpido? Fernanda ya me contó que te vio con tu jefecito… —ironizó el muchacho y Lexy se quedó helada al otro lado. Se había sentido tan bien enfrentarlo que, aquello que le decía la paralizaba por entero—. Sí, sí, ya sé qué hiciste después… sé que estuviste con él todo el fin de semana y…
—Solo está ayud