El agua de la ducha se escuchó de fondo, estrellándose contra la cerámica del suelo y una fuerte decepción le subió por la barriga.
—¡Joseph! —gritó enrabiada y quiso levantarse para enfrentarlo.
—¡Te dije que, si te mueves, te voy a castigar! —gritó Joseph desde el cuarto de baño y el cuerpo de la joven quedó tieso bajo su amenaza.
Largos minutos transcurrieron y si bien Lexy empezaba a perder la cabeza y su cuerpo comenzaba a cansarse en la misma posición, los pasos del hombre se oyeron a su alrededor y de pronto, apareció ante ella, erecto y con una sonrisa que Lexy no pudo pasar por alto.
Tembló nerviosa cuando el hombre se arrodilló a su lado. Traía el cuerpo humedecido po