Me levanto y me siento sobre la cama.
—Muy bien Bern; esto debe parar ya, la pelirroja comienza a asustarme y tampoco quiero que le pase nada ella o a tu bebé por todas estas escenas.
—Ahora me doy cuenta que hablar con ella no es suficiente—me responde Bern.
—Así es y no me sorprende que apenas te des cuenta de eso; es mejor que sigas con tu vida y yo con la mía—se forma un nudo en mi garganta, se siente tan fuerte que me quedo sin palabras.
—Lena, podemos…
—No podemos, al menos no ahora—volteo a verlo a los ojos—Bern, no importa cuánto hagamos o cambiemos como personas, si la pelirroja insiste con su actitud, encontraré hasta el momento menos pensado para seguir siendo y actuando como ella es.
—Pero Lena, no quiero estar lejos de ti, me mata la idea de solo pensarlo.
—Te entiendo, a mí también…
—Vale, tomémonos el tiempo del embarazo para que todo esto se calme y podamos ver con claridad nuestro camino.
— ¿Y si pasa lo mismo? Si la pelirroja después de dar a luz sigue con lo mismo,