Episodio II

Tocan la puerta.

—Lena, ¿ya duermes? —se escucha a Mia tras la puerta.

Me levanto—me estoy poniendo el pijama—le respondo.

Bern se ríe y comienza a desabrocharse el pantalón provocándome.

—Recuerda cerrar bien tu puerta, descansa—se aleja de la puerta.

—Hasta mañana—le respondo rápido para que se vaya en seguida.

Cierro la puerta con seguro antes de que se me olvide.

Bern me carga y me lleva a la cama de vuelta, me sienta y me besa el cuello deslizándose hasta mi pecho, donde se detiene y me ve a los ojos.

—Date vuelta—me indica.

Como una chica obediente me doy vuelta y en menos tiempo del calculado él ya me tiene en la orilla de la cama de perrito, me quita mi tanga, toma una de mis nalgas y saca su miembro frotándolo en mi vagina; me excita demasiado la forma en la que me provoca.

«Vamos, quiero que lo hagas ya»

Mis ojos se entrecierran por el calor del momento, y poco después Bern mete su pene en mi vagina, toma mis caderas y me embiste una y otra vez; gimo tan bajo como puedo, de por si los aplausos comienzan a escucharse como para ser más sínicos; Bern extiende su brazo hasta tomar con su mano derecha mi cabello, lo sujeta y lo jala mientras me sigue penetrando, me encanta que me domine y que tome el control; dejándome llevar por la excitación mi cuerpo se afloja.

En la misma posición el me levanta, me rodea con sus enormes brazos y me estruja los pechos con sensualidad; me quito el sostén y dejo que Bern me bese el cuello, somos uno solo en el frío invierno de mi habitación.

Al ritmo de nuestros cuerpos me sigue penetrando, con un brazo me aprieta los pechos y con la otra me toca el clítoris, estamos tan pegados que escucho su respiración en mi oído.

«Dios mío, este hombre sí que sabe lo que hace»

Nos excitamos tanto, que unos segundos más llegamos al mismo tiempo al orgasmo, tan exquisito, tan reconfortable.

Bern me suelta, saca su pene y me da un beso en la cabeza.

Me siento en la cama y volteo a verlo.

— ¿Por qué no lo conocí antes joven Bernhard? —aún jadeo un poco.

Se viste de prisa—eres una pervertida—se burla de mí.

—En eso me llevas ventaja, tienes más de 20, lo sé—hecho mis brazos hacia atrás para semi recostarme sobre mi propio cuerpo.

Se detiene para verme—22, ¿te molesta? —me dice.

Me levanto y le ayudo a abrocharse los botones de su camisa.

—Adivina—esbozo una media sonrisa.

Toma su saco—nos vemos mañana—me da un beso de piquito.

«Nos acabamos de comer, ¿Qué fue eso?»

Lo veo marcharse por mi balcón.

Me doy una ducha caliente, me pongo el pijama y me acuesto.

«Mierda, no utilizamos protección…»

Mi teléfono que está en la mesita de alado se enciende, lo prendo y encuentro un mensaje de Bern:

"Len, paso por ti a las 8am" adjunta un emoji de corazón.

—Len, nadie me dice así, suena muy lindo—murmuro en voz baja, no puedo evitar sonreír y sentir un revoloteo en mi estómago.

Lunes 23 de febrero del año en curso.

Mi alarma suena a las 6am, me levanto y organizo mi cama, es una tarea que no dejo que nadie más haga. Voy a mi armario a tomar ropa abrigadora, saco unas medias de invierno, una blusa negra de manga larga y cuello de tortuga, una minifalda gris opaco de cuadros discretos, y un abrigo negro; como pueden darse cuenta soy team color negro, para finalizar mi outfit, me pongo unas botas largas de color negro por supuesto, me peino el cabello y elijo un maquillaje más vivo para darme color en la cara, destacando mis ojos azules.

No sé cuánto tiempo pasé mirándome al espejo y dándome los retoques necesarios para verme bien, que para cuando volví en si mi madre llamaba a mi puerta.

—Lena; Bern te espera abajo—escucho sus pasos alejarse.

Cuando llego a la planta baja veo a Bern esperándome en la sala, a juzgar por su apariencia también es team color negro, lleva unos pantalones negros, un suéter marrón de cuello redondo, botas negras y un abrigo largo de color negro.

Doy unos pasos para acercarme a la sala.

—Buen día—me dirijo a los dos y me saludan de vuelta.

Alexander me ve llegar—espero encontrarlos de vuelta a la hora de la cena, por supuesto Bern, te esperamos como invitado.

—Gracias Alexander, aquí estaremos a la hora de la cena—se levanta del sillón y nos dirigimos a la entrada.

Salimos y me encuentro con una camioneta Mercedes color gris, es bellísima. Bern me abre la puerta, me subo a la camioneta y el da la vuelta para subirse.

Dentro de la camioneta nos abrochamos los cinturones de seguridad.

—Humilde mi muchacho—me rio.

— ¿Qué dices Len? —se ríe conmigo.

—Acaso eres mafioso—me burlo—es que esta camioneta es otro nivel.

En el camino insistí con el tema, hasta que me di cuenta que Bern había manejado hasta llegar a su casa, estaba a las afueras del pueblo, el lugar parecía solitario, aparatado del resto, pero reconfortarle y hogareño.

Bajamos de la camioneta y entramos a su casa.

—Tienes que decirme a que te dedicas—miro a mi alrededor.

—Solo hago bien mi trabajo, y debes saber que mi padre al igual que el tuyo tiene buenos contactos—deja sus llaves sobre una mesita que tiene en la entrada.

Dejamos nuestros abrigos.

—Ven te quiero dar algo—me toma de la mano y me lleva a la cocina.

Me da una pastilla del día siguiente—no podemos volver a hacer lo de anoche—me sirve agua.

Me tomo la pastilla—tampoco quiero un bebe ahora—me rio para romper con la tensión que comenzaba a agobiarme.

—Con el tiempo tendremos muchos bebes corriendo por aquí—toma mi barbilla y me da un beso.

—Ok, ahora vamos a que te muestre el pueblo—hago hincapié.

—Si, pero antes acompáñame a mi habitación, deje algo allí—me toma de la mano y me guía hasta llegar a su habitación.

«Sé que no dejo nada en su habitación y es un alivio saber que no quedaré embarazada»

Se sienta en la cama—puedes quitarte las botas.

—SÍ—murmuro.

Me quito las botas y puedo ver como Bern no aparta la mirada de todos mis movimientos, se mantiene con las manos entrelazadas entre sus piernas, una mirada coqueta que hace juego con su sonrisa pervertida.

Estoy parada frente a él, me jala de mi cintura acercándome más, desabrocha mi falda que deja caer sobre mis pies, baja mis medias hasta llegar a mis pies, me apoyo de sus hombros para que termine de quitármelas.

—Acuéstate—se levanta para abrirme paso hacia su cama que tiene un edredón nórdico de color blanco.

Me acuesto, nerviosa porque no entiendo precisamente cuál es su intención, al principio creí que sería otro encuentro como el de anoche, pero parece que no es así.

—Quiero que sepas que hago esto porque quiero hacerlo, no es para que tu hagas lo mismo; y si lo haces en otra ocasión, que sea iniciativa tuya—se muerde el labio inferior.

—ok.

«Mierda, nadie me ha hecho esto nunca, ¿y si no me gusta?, bueno ya estoy aquí, nada puede salir mal, Bern sabe lo que hace»

Abre mis piernas y me baja mi tanga de encaje con sus dientes, mi respiración comienza a elevarse, me siento nerviosa y ansiosa por este nuevo evento en mi vida sexual, al llegar a mis pies con su lengua húmeda empieza a subir por mis piernas hasta llegar a mi abdomen bajo, donde me mordisquea un poco para continuar moviendo suavemente la boca alrededor; baja hasta tener contacto con mi clítoris, en ese momento me retuerzo y experimento una sensación diferente, siento su lengua suave, cálida y excitante.

Abre mis labios y mueve su lengua contra mi clítoris manteniendo un ritmo, aprieta mis piernas con sus manos; me dejo llevar y tomo su cabeza con mi mano estrechándola aún más en mi vagina, pronto empiezo a gemir, esta vez sin temor de que alguien nos escuche.

Bern me ve pervertido desde mi parte baja, sabe que estoy muy excitada, así que mueve su lengua alrededor de la entrada de mi vagina, como si de una erección se tratara en su lengua, mueve su lengua dentro y fuera, regresa a mi clítoris y sumerge sus dedos dentro de mí en un movimiento suave y preciso.

Ya estoy bastante mojada y aún quiero más de él; saca sus dedos y lleva sus manos a mi trasero, en un abrir y cerrar de ojos me elevo hasta el cielo.

Dejo caer mis piernas sobre la cama, Bern se recuesta a lado mío, pasa su brazo derecho detrás de mí y me abraza.

—Eres un pervertido.

—Pero te gusto—veo sus ojos destellantes posarse sobre mis piernas y con su mano libre me las acaricia de arriba a abajo.

Me rio—vamos, te llevo a desayunar—acaricio su mejilla, me siento en la cama y me pongo mi ropa.

—Puedo prepararle el desayuno señorita Len.

—Eres la primera persona que me dice Len, todos me llaman Lena—termino de ponerme las botas—tenemos que ir al pueblo o la gente comenzará a murmurar.

—Len es más lindo, especial, como tú…—se acerca a mí—está bien, salgamos de aquí—me abraza y salimos.

Lo llevo a mi cafetería favorita, desayunamos y puedo ver como todas las miradas se posan sobre nosotros. No me sorprende, pero espero que Bern no se incomode.

«Tiene unos labios hermosos y cuando se extienden en su amplia sonrisa, se ve más atractivo; inspira confianza» 

Lo llevo a conocer todo el pueblo, desde lo más alto hasta lo más bajo, nos comportamos como unos jóvenes educados, respetuosos y ajenos uno del otro ante las miradas que nos asechan.

«Es mejor que sigamos así, es más fácil…para mí, claro; pero Bern, ¿Qué quiere Bern conmigo? Nos gustamos obviamente. ¿Qué estoy diciendo?, después de comernos hasta donde no, es obvio que me encanta y yo a él» 

La noche comienza a abrirse paso.

—Tenemos que ir a cenar a tu casa, es mejor volver temprano, no quiero dar una mala impresión—conduce a gran velocidad.

—Impresionarlos, así que solo son contactos para ti—bajo la mirada—debí suponerlo.

Giro mi cabeza para ver por la ventana de la camioneta.

—Len, no quise decir eso—se burla de mi—lo sabrás esta noche.

«Que carajos, ¿Por qué no me lo dice ahora?, y si solo quiere una aventura conmigo, me destrozaría saber que solo son encuentros para Bern. En el fondo de mi corazón se que encuentro una conexión con Bern, alguien con quien puedo ser yo sin ningún pudor, alguien con quien aventurarme en el frio invierno, alguien…»

—Llegamos—interrumpe mis pensamientos.

Entramos a mi casa y apenas están preparando la cena, Mia se encuentra en la cocina ultimando los detalles; Alexander aprovecha para llevar a Bern a su estudio y hablar de negocios.

Me quedo en la sala, impaciente, no veo a nadie a mi alrededor.

«¿De qué estarán hablando Alexander y Bern?, me acercaré discretamente para averiguarlo» 

Me acerco a la puerta y puedo escuchar un poco de su conversación.

—Es mi última palabra Bernhard—su voz resuena en mis oídos.

—Señor Alexander, considérelo por el cariño que le tiene a mi padre—le suplica—estoy consciente de que soy mayor que Lena, por eso mismo vengo aquí a pedirle una oportunidad para conocerla.

— ¿Ella está de acuerdo? —replica Alexander.

—Aún no se lo propongo, considero prudente obtener su permiso primero—muy formal no se deja intimidar.

«No es por los contactos, es por mi…»

—Lo siento Bernhard es mi última palabra.

Algo se rompe dentro de mí, me alejo de la puerta y simulo no haber escuchado aquella conversación.

Minutos después los dos salen del estudio y Mia nos llama para cenar.

«¿Por qué Bern sigue aquí?»

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