Capítulo 2

Siento mi respiración pesada como si algo o alguien estuviera impidiendo respirar, no puedo más con esta agonía, me muevo pero no puedo impedir que me agarre.

Suéltame por favor papá, déjame ir.

Papá no lo hagas, no me hagas más daño.

Yo te quiero mucho papá, ¿porque tú ya no me quieres? 

No me pegues más, no volveré hablar te lo prometo pero no me pegues. 

Papá!! 

- Despierta, vamos despierta es sólo un sueño. 

Despertar de golpe y no saber quién me está tocando me hace ponerme aún más nerviosa, me muevo para que no me toque más pero no estoy logrando mi objetivo.

- Tranquila, fue sólo un sueño, aquí nadie te hará daño, no lo voy a permitir.

Me quedo un poco más tranquila al escucharlo, es él, es la voz que me cuida de todas las voces que me quieren dañar, mi respiración poco a poco se va normalizando pero aún así no dejo que me toque. 

- Perdoname por tenerte así, pero el jefe es el jefe y le debo obediencia y respeto. 

Sigo sin hablar, la verdad es que no se como estoy aguantando, si no me equivoco hace dos días que deje de hablar. 

- Todo estará bien, haré que todo esté bien. 

No sé quién es, pero es la única persona de todas las que entran aquí que me tranquiliza aunque sea un poco. 

- ¿Sabes que llevas cuatro días sin hablar y sin comer bien? Eso te puede hacer daño.

¿Ya son cuatro días desde que dejé de hablar? ¿Qué harán conmigo? ¿Por qué me tienen tanto tiempo aquí? Si hace cuatro días que deje de hablar eso quiere decir que llevo... unas dos semanas aquí. 

- Me tengo que ir, y ahora más que mi teléfono suena. 

No dice nada más y sólo escucho el sonido de la puerta.

~Kendal~ 

Miro la pantalla y es mi padre el que llama, la verdad es que no tengo muchas ganas de hablar con él, por su culpa estoy haciendo todo eso. 

Voy camino a casa de Paola y mi teléfono no deja de sonar.  - Mierda. 

Salgo del carro y mi teléfono vuelve a sonar y no me dejará tranquilo hasta que conteste o apague el teléfono. - No sería mala idea apagarlo y que no me joda más, cuando lo iba apagar vuelve a sonar pero esta vez es Paola.

- Hola preciosa, ya estoy casi entrando a tu edificio.

- ¿A ella si que le contestas?

- Mierda. ¿Qué quieres papá? ¿Dónde está Paola? 

- Pues te está esperando, y ya sube que tú y yo tenemos que hablar. 

- Ponme a Paola.

Le digo de mala gana mientras doy la vuelta para subir al carro otra vez, la verdad es que no tengo ganas de verle la cara a mi padre y por lo tanto no pienso subir. 

- Hola amor, ¿ya sabes?

Si supiera que me volví a subir en mi carro y ya estoy lejos del edificio.

- No, lo siento, pero no quiero verle la cara a mi papá, además había dicho que estaba casi entrando en el edificio para que no te desesperes pero no es así, aún estoy lejos. 

- Pero mi amor, padrino está muy, muy, pero muy enojado contigo, ¿Qué le has hecho para que esté así? 

- Mejor dicho que no lo he hecho.

Le digo riendo ya que tengo prácticamente una semana que no le contestó el teléfono ni lo visito.

- Pero bueno como te dije tenía pensado llegar a tu casa pero no le quiero ver la cara a mi papá, así que me doy la vuelta.

- ¿Pero ya estás conduciendo?

- En ningún momento te lo he negado, de hecho iba para tu casa pero como papá está allí prefiero no llegar y dar la vuelta.

Se que con esto mi padre se pondrá aún más furioso de lo que ya estaba pero me da igual, ¿él quiere que yo siga con esto?, pues me tiene que aguantar y si no lo hace voy a la policía y él sabe perfectamente que soy capaz de eso y mucho, aunque me meta en lío yo también. 

- ¿Y me dejarás sola con él sabiendo como está de molesto?

- Inventate algo de que habíamos quedado con una amiga y como yo no llegaré y tienes que ir tú y vete. Te tengo que dejar ya llegué a mi segundo lugar de destino.

Le digo en burla algo que a ella le molesta mucho, y sólo escucho el tono de que me cortó la llamada. 

Todo parece indicar que este lugar será mi vía de escape, entró y los chicos me miraban extrañados y los comprendo les había dicho que no volvería hasta mañana como para estar aquí en menos de una hora otra vez. 

Directamente me voy a la habitación donde está Blanca Allendi y me quedo mirándola, todo apunta que sigue sin hablar entre quien entre, lo que si es que la puedo ver nerviosa y muy inquieta. 

- ¿Te molesta tener esa cosa en la cabeza?

Le pregunto pero no obtengo respuesta de su parte. 

- Vamos hacer una cosa, te pondré sólo una venda para que puedas respirar algo más que no sea el olor a esa tela negra, Pero para eso tienes que decirme cómo te sientes.

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