Una casualidad del destino pondrá a María, en el camino de Mario. Un accidente inesperado dará paso a una relación algo singular. Ella escritora y él, un famoso CEO. Ambos deberán sobrepasar los límites sociales y enfrentarse a sus propios sentimientos ¿Estafados por el amor? Cuando el amor es quien gana.
Leer más“Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.:
Julio Cortázar
Esa tarde él regresaba de su habitual trabajo. Aparenta ser un día normal, de tráfico, mucha gente transitando el tiempo, de constantes llamadas y de poca emoción. De pronto, en un descuido, él textea con uno de sus socios; levanta la mirada y en un atisbo, frena violentamente.
La joven cae al suelo. Él se baja del auto, corre hacia ella. Ella yace, tendida en el suelo. Parece haber perdido el conocimiento. Él intenta levantarla, la muchedumbre se aproxima más por la curiosidad y ansiosos de alimentar su morbo, que con la intención de ayudar.
Ella no parece estar herida, no se observan rastros de sangre en su ropa. Él la sostiene por el torso. Repentinanente, ella parece reaccionar, abre los ojos e intenta zafarse de los brazo del extraño, pero no puede moverse. Él la mira preocupado y angustiado por ver y saber que ella esté bien. La chica se lleva una de sus manos a la cabeza, el golpe debió dejarla aturdida.
—¿Se siente bien? —le pregunta— No la vi cruzar —añade.
—Si, ¡suélteme por favor! —responde imperativamente— ¡maldito loco!
—Discúlpeme por favor, déjeme ayudarla.
Ella intenta incorporarse, pero su visión sigue algo nublada.
Aquel hombre la ayuda a ponerse de pie. Hasta ahora, los expectadores observan, murmuran e hipotetizan sobre quién de los dos debía tener la culpa.
—¡Gracias! —le dice ella mientras se arregla la camisa y recoge su bolso.
—Déjeme llevarla, por favor. Yo la llevo hasta su casa.
Ella asiente con la cabeza. Él le abre la puerta, mientras la sujeta por la cintura, ella se apoya en su hombro y la ayuda a subir al auto.
La gente, ya satisfecha su curiosidad, se aleja.
—¿Hacia dónde vives? —le pregunta algo impactado aún por lo ocurrido con aquella hermosa chica.
—Realmente iba en éstos momentos a encontrarme con una amiga de la universidad. Pero, ya debe haberse ido —dice en un tono recriminatorio.
El hombre apenado le responde:
—Nuevamente te pido mil disculpas, estaba entretenido en el teléfono y no me di cuenta de que venías cruzando.
—No te preocupes, creo que también fui algo imprudente al cruzar, iba algo retrasada y no miré que venías distraido —sonrié con un ademán de arrepentimiento.
De pronto, la bocina del auto de atrás los hace volver a la realidad. Él orilla el auto y se estaciona.
—Te invito un café o una gaseosa, ¿Aceptas? —pregunta él.
—Esta bien —asiente con la cabeza y le muestra una sonrisa amistosa.
—¿Cómo te llamas? —pregunta él.
—Yo me llamo María —responde ella.
—¿No me mientes o sí?
—Mentirte ¿por qué? —dice ella con un tono algo molesto.
—Disculpa, es sólo que generalmente cuando una chica no quiere dar mucha información, recurre al nombre más común, para despistar, ¿tú me entiendes?
—Ah ok, pues en primer lugar, no soy cualquier chica y en segundo… no suelo mentir, aunque no conozca a la persona con la que hablo —respondió ella algo enojada por las suposiciones de aquel extraño pero atractivo hombre.
—Soy un tonto, disculpa. Yo soy Mario
—¿Te burlas de mí? —le pregunta ella
—No, por Dios, jamás haría eso. Me llamo Mario Torres, ese es mi nombre.
—Mucha casualidad, ¿no te parece?
—Sí… María y Mario —dice el mientras con las manos escribe ambos nombres y lo dibuja dentro de un corazón, en el aire.
Ella lo mira con sorpresa. Pero le agrada la idea.
—Y… ¿A qué te dedicas María?
—Yo trabajo por mi cuenta sabes, ahorita no hay mucho dónde buscar y encontrar un buen empleo. A veces, trabajo haciendo diseños publicitarios. Otras veces, escribo artículos de prensa, en un espacio, llamado…
Hace una pausa y suelta una carcajada:
—¡Jajaja!
—¿Qué te causa tanta risa?, ¿Qué otra cosa haces? —pregunta él con curiosidad.
—Bueno me río de mí misma. A veces escribo en una columna titulada, —hace un gesto de letrero— En busca del Amor —agrega y rié nuevamente.
Él sonrié con picardía:
—Y… ¿ya lo encontraste? —le pregunta
Ella lo mira, sus mejillas se enrojecen y responde algo pensativa:
—¡Creo que aún no! —responde.
Él la mira, sonrié nuevamente. Parquea el auto y le dice:
—¡Es aquí, bajemos!
Mario se baja, le abre la puerta, hace un ademán de caballerosidad. Ella sonrié, hace un ademán de agradecimiento. Ambos sonrien y entran al café.
Se acercan a una de las mesas que está próxima a la ventana. Él hala la silla, ella se sienta. Cuando él se va a sentar, suena su teléfono:
—Disculpa debo atender esta llamada, pide lo que quieras tomar y pide lo mismo para mi —dice mientras sale del lugar.
Ella, se siente emocionada, nunca había entrado a un lugar tan lujoso. Suspira mientras piensa en lo inhabitual del comportamiento de aquel hombre. Él parece un principe, sacado de un cuento de Hadas. Uno, de esos que ella describe en sus relatos de amor. Lo observa por la ventana, es un hombre alto, fornido y muy atractivo. Imposible no quedar encantada frente a un espécimen de aquella talla. “En esta época es difícil encontrar a alguien tan gentil, debe estar casadísimo” piensa ella. En ese momento la interrumpe el mesonero:
—Bienvenida, señorita. ¿Qué desea de tomar? —le pregunta, mientras le muestra el menú.
Ella le echa una ojeada, y a cada cosa que ve, sus ojos parecen agrandarse más con los precios.
—Le recomiendo un frapuccino, especial de la casa.
—¿Eso no es muy caro? —pregunta ella.
Él mesonero le sonrié:
—No para el señor Mario, él es cliente selectivo de este lugar.
—¡Ah ok! trae dos de esos entonces.
El mesonero se aleja. En ese instante Mario se aproxima. Ella no sabe que decir, piensa: ¿será mejor esperar que él le diga quién es? O ¿será muy imprudente de su parte, mencionarle sobre lo que comentó el mesonero.
—¿Ya pediste, lo que deseas tomar? —pregunta él sonriendo.
—¡Sí! —contesta ella, con cierta timidez
—Aquí preparan un frapuccino, único; es mi bebida preferida.
—Exactamente eso pedí, también es la mía.
—Que bueno, otra genial coincidencia.
El mesonero se acerca, ella mira estupefacta la enorme copa.
—Espero disfrute su bebida señorita —dice el mesonero, mientras dirige la vista a Mario y añade— Bienvenido como siempre, señor Mario. Siempre muy bien acompañado.
—¡Por supuesto Jimmy! —responde
Ella observa aquel hombre, su voz es grave y seductora. Pero lo que ha dicho el mesonero le causa perspicacia. Tal vez es casado o un fuckin mujeriego. “Demasiado bonito, para haber sido cierto” piensa.
—Cuando gustes —dice él, mientras toma la cucharilla y comienza a degustar la crema chantilli.
Ella lo mira e imita. Toma la primera cucharilla de la crema, se saborea, discretamente. Ciertamente, ella nunca ha probado aquella bebida. Pero suele ocurrir cuando deseas conectarte con alguien, hacerle ver o creer que comparten los mismos gustos, es lo esencial. En el proceso de ventas, se llama Rapport, y en las relaciones amorosas, fingir para conseguir.
—¿María, dónde vives? —le pregunta él.
—En un bloque de apartamentos que está cerca de acá —contesta ella.
—¿Vives sola? —pregunta él capsiosamente.
Ella lo mira, y contesta con cierta duda:
—Sí, vivo sola. Mis padres murieron cuando era una adolescente y pues, aprendí a vivir sola. ¿Y Usted a qué se dedica?
—¿Por qué me tratas de usted ahora?
—No sé, tal vez por respeto. Hace minutos me había atropellado y ya estoy mejor, creo.
—Yo, soy empresario, realmente trabajo por mi cuenta y tengo clientes por aquí y por allá. De hecho hace minutos, cuando te atropellé estaba recibiendo un mensaje de uno de ellos, y ahorita, recibí una llamada del mismo cliente.
—Oye que interesante eso.
Por minutos mantienen el silencio. Ambos piensan. Cada cual, tiene una percepción del otro, cada cual se imagina quien puede ser esa otra persona que tiene frente así. Cada cuál se pregunta la razón, de aquel furtivo encuentro. Y que consecuencias podrá tener.
Terminan de tomar la bebida. Él le dice:
—Bueno María, vamos, déjame llevarte a tu casa.
—No es necesario, Mario. Yo vivo cerca de acá y ya me siento mejor.
—Esta bien, permíteme entonces acompañarte a tomar un taxi, de verdad necesito estar seguro que estarás bien.
Él, le hace un gesto al mesonero. El joven se acerca, le entrega la cuenta y él, la tarjeta de crédito; ella lo mira impresionada. Él se levanta, se acerca, ella se pone pie; él le hala la silla, ella sonrié, un extraño escalofrío le recorre la piel. Salen de aquel café. El detiene el taxi, saca de su bolsillo unos billetes, y le dice:
—Debe alcanzarte con esto.
—No es necesario Mario, yo puedo irme en bus o caminar hasta allá —responde ella.
—Acéptalo por favor, sólo así estaré tranquilo. Le toma las manos, le entrega el dinero, le cierra la mano y del bolsillo de su camisa, saca una tarjeta:
—Ten, llámame si necesitas algo María.
—Gracias, Mario. Así será. Ella aborda el taxi, él la mira alejarse. Suspira y sube a su automóvil.
“¿Cómo motiva a un ser humano a hacer cosas contra su propia naturaleza? Hay dos cosas: amor y miedo. Y para mí, el amor gana siempre”.Tom HermanDurante más de cuatro horas, María se ha divertido en compañía de Antonio, es un hombre de mucha experiencia y cultura. Habla de todo su pasado y vivencias y ella escucha atenta cada aventura, sonríe, bebe otro trago, se divierte.—¿Bailamos esa pieza, guapa? —la invita Antonio.Ella accede, aquel hombre es respetuoso y atento. ¿Por qué no darse la oportunidad de conocerlo? Le repite su sentido racional. Mientras bailan las manos de Antonio acarician su espalda tras el escote en la espalda que lleva su vestido rojo. Mas lo que le pide su mente, no es lo que le dice su corazón. Aún no logra sacar de allí a Mario, sigue estando en cada espacio de su alma.Antonio está decidido a
“Puedes elegir vivir en el amor o elegir vivir con miedo”Josh TillmanMaría no ha tenido noticias de Mario desde hace días, no entiende que puede estar pasando, pero su vida debe continuar; desde su apartamento trabaja con otros nuevos proyectos literarios e Inés le ha propuesto que sea correctora en la editorial, ella aceptó sin dudas. Cuando renunció al trabajo como CCO de la empresa, tuvo que planificar bien lo que haría, recibió su pago y logró salir de aprietos por unos días. Ahora todo ha comenzado a fluir en su vida, menos el amor.Luz ha seguido trabajando con ella medio tiempo, generalmente en las tardes. Por medio de ella supo que Henry está comprometido para casarse con Martha. No puede dejar de pensar en que él es un buen hombre y que tal vez se adelantó a los hechos, pero tampoco era justo que él estuviera con ella, amando a otra mujer.Esa
”No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad.”AristótelesMinutos más tarde, el médico revisa a Don Luís, aparentemente había desarrollado un tumor en la próstata cuyo estado avanzado, era irreversible. Aristides no podía entender el por qué, cuando estuvieron en la ciudad el doctor le había dicho que se encontraba bien. Eso fue lo que le dijo él, ¿sería posible que le hubiese mentido de esa manera? Se pregunta a sí mismo.—¿Qué debemos hacer? ¿Hay que trasladarlo a la ciudad? —pregunta Aristide, visiblemente angustiado por la salud de su patrón.—No, ya no hay nada que hacer. Don Luis tiene metástasis. Lo mejor, es estar preparado para lo peor. —respondió parcamente el doctor.Carmela sintió que el alma se le partía en dos, aunque
“No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad.”AristótelesTras la noticia de la muerte de Mónica, Mario se ve obligado a ir a la hacienda para buscar a su pequeña hija. Luego de dos horas de carretera, llega a la finca de su padre. No contaba que al llegar se tendría que encargar de todos los trámites de la muerte de Mónica, pues aún seguían casados, legalmente Mario ahora era viudo.Bajó del auto y Aristides lo recibe con un abrazo y varias palmadas en la espalda.—¿Dónde está Ana Luisa? —pregunta angustiado por su hija.—No te preocupes, ella está bien, Carmela la tiene en casa, precisamente para evitar alguna situación con ella.—¿Qué fue lo que ocurrió?—Ella salió a montar caballo y cuando regresó cayó del caballo
“La conexión entre dos almas, no requiere de ADN”A.K.M—¿Qué pasó nana, dónde está mi hija?—No lo sé Mario, no lo sé —llora angustiada la mujer.—Llama a la policia, voy a vestirme, no puede estar muy lejos. —regresa nuevamente a su cuarto, se viste y baja. —Jeremías acompáñame a buscarla por aquí cerca.—Sí, patrón.Suben al auto, Mario conduce, mira a todos lados, tratando de encontrar a su hija. No puede creer que esto esté pasando, justo hoy que quería estar con la niña. Da varias vueltas a la cuadra, regresa nuevamente a la mansión, ya una patrulla de policía está parada frente a su casa. Baja rápido del auto y entra. La oficial trata de interrogar a Juanita quien está demasiado angustiada por lo ocurrido.—Señ
“Los relojes de arena nos recuerdan, no sólo cómo pasa el tiempo, sino a su misma vez en el polvo en el que algún día nos convertiremos”Georg Christoph LichtenbergUn encuentro casual puede ser el inicio de una nueva historia de amor. Marcos e Inés parecen haber estado esperando el uno por el otro, durante algunos años.Inés llevaba más de cinco años soltera, luego que su esposo y mejor amigo, tuviese un accidente en su auto, muriendo en el fatal choque contra un bus que se había accidentado y no tenía las luces de emergencia encendidas. Ricardo era un gran empresario y dueño de la editorial “Letras” que luego de una disputa legal, Inés recibio como propietaria meses atrás.—¿Podemos tomar otra botella en mi apartamento, si deseas? —le dice Inés, quien no suele ser muy introvertida.—Por supuesto
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