Después de que el abuelo Tom se fue, Jason volvió a recostarse en la cama del hospital, con los ojos bien abiertos.
El sueño se negaba a llegar.

Su mirada cargaba un anhelo profundo y doloroso—una herida grabada en su corazón.

Quería ver a Adeline.
Quería abrazarla.
Sentir el calor de la mujer que se había convertido en su refugio.
La mujer que calmaba su corazón… que hacía que su mundo volviera a sentirse vivo.

Esa noche, Jason sintió como si algo afilado se le hubiese clavado en el pecho.
La necesidad de ver a Adeline lo desgarraba por dentro.