El teléfono de Adeline sonó. Cerró su libro y lo tomó, notando que la llamada entrante era de Odette. Contestó de inmediato.
—¿Hola, Adeline? —saludó Odette.
—Hola —respondió Adeline.
—¿Qué tal? ¿Por qué me llamas? —preguntó Adeline.
—Te extraño muchísimo, Adeline —dijo Odette suavemente.
—¡Qué tontería! ¿Cuándo regresas de Japón? —replicó Adeline.
—Adeline… de verdad, de verdad te extraño. Se suponía que volvería hoy, pero solo conseguí un boleto de avión para mañana… Así que estaré en casa entonces —explicó Odette.
—Está bien. Nos vemos mañana —respondió Adeline.
—Quiero visitar tu nueva casa. ¿Puedo? —preguntó Odette con esperanza.
—Claro, pero ¡no causes ningún problema! —bromeó Adeline.
—¡Yay! No te preocupes, querida Adeline. Te prometo que no causaré problemas —dijo Odette emocionada. Colgaron poco después.
Adeline se levantó de su habitación y se dirigió a la cocina para preparar la cena. La tía May y Ann ya estaban allí, saludándola calurosamente, y ella les devolvió la sonri