A la mañana siguiente
Cuando Jason se despertó, Adeline ya no estaba a su lado.
Se dirigió al baño para lavarse, y al salir, la vio acomodando la cama.
—Ve a desayunar —le espetó Adeline mientras pasaba junto a él rumbo a la cocina. Jason la siguió.
—Buenos días, papá, mamá —saludó Jason con una sonrisa educada a Isabella y Maximilian. Ellos sonrieron de vuelta, mientras Adeline parecía odiar incluso sentarse a la misma mesa que él.
—Adeline, ve a preparar el desayuno para Jason —dijo Isabella.
—No. Él tiene manos, puede servirse solo —respondió ella con brusquedad.
—Adeline —advirtió Maximilian con firmeza.
—Adeline, prepáralo para él. ¿Por qué te comportas así? —la reprendió Isabella con el ceño fruncido.
—Está bien, mamá. Yo puedo hacerlo —dijo Jason sonriendo.
—No, Jason. Deja que Adeline lo haga —insistió Isabella.
—Adeline, ¿por qué sigues sentada ahí? —añadió. Finalmente, Adeline se levantó, refunfuñando, y fue a preparar la comida de Jason. Él no podía dejar de mirarla mientra