Capítulo 50.

SOPHIE

Ingreso al cuarto de Christopher no sé cómo. Las manos me tiemblan, el cuerpo también y aunque he intentado por todos los medios posibles no enfadarme con él, es imposible no hacerlo.

Sé que ese pequeño no tiene la culpa de venir al mundo de la forma en que lo hará, pero se siente terrible desearle el mal a su madre por todo lo que me hizo pasar.

Miro mi vientre y es imposible para mí no pensar en que, cuando yo cursaba mis primeros meses de gestación, él la cogía hasta el punto en que ella acabó embarazada siendo que a mí me costó un montón.

Eso hiere, me lastima, me quema en lo más profundo del alma, mucho más cuando lo miro a los ojos porque sé que así le reclame, él no recuerda absolutamente nada lo que hace que todo vuelta mi enfado en vano.

Siento que estoy respirando entrecortado. Sé que apenas puedo moverme y no es por mi peso o por mi vientre, es por las emociones que se funden con mi sangre logrando que sienta cada recorrido que hace el líquido carmesí por mis jodidas
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