Mis maletas, que no había deseado que desempacaran, apenas las había alcanzado a colocar en la cama, cuando la puerta de la habitación se abre, mostrándome a la madre de Harding sonriéndome avergonzada.
— Lamento que hayan visto eso. — murmuro y ella niega.— Vamos, no hablemos más de esto. — dice la mujer y yo asiento.— Es más, no empaques nada. Vamos así. Que sienta que no vas a volver, porque no tienes nada que él te haya dado y quieras.— Dudo que ello le importe. Lo que puede hacer es darle esa ropa a mi hermana, como ha hecho con las demás. — respondo y la mujer, respira profundo.— Cariño, recuerda calmarte. — Lo he intentado y lo seguiré intentando. Pero, no logro calmarme. Simplemente no puedo. — susurra su madre y yo sonrió con tristeza.— Miley, ¿Estás visti&eacu