Trago duro al ver como se acercaba la mujer que siempre he tenido que estar bajo su sombra, confundida por su presencia y temerosa que eso arruine rodó, miro a Harding, deseando quizás un milagro; que me mire. Pero no es así.
— Que bueno es por fin verte. — dice Marisa sonriendo con alivio. — ¿Qué quieres? — pregunta Harding y yo intento no sentir malestar.Bien, no le gritó y la humilló como hizo conmigo por lo que Marisa hizo. Eso es perfecto — se queja mi mente y yo trato que eso no me afecte. — Necesito hablar contigo, a solas — dice mirándome y yo me muevo en mi lugar incómoda. ¿Por qué su presencia hace que olvide toda la valentía y seguridad que había acumulado estos meses lejos de ella? ¿Por qué siento que le debo temor y obediencia? — pregunto mentalmente.— Habla, &ique