Miley estaba frustrada, no sabía exactamente que pretendía Harding y la verdad, ni siquiera Harding, tenía idea de lo que quería hacer. Él se encontraba en una constante confusión donde solo tenía claro dos cosas: la primera, no quería que ningún hombre se atreviera a tocarla o siquiera mirar a Miley con otras intenciones y la segunda, no quería verla otra vez herida.
Por eso, ordenó que durmieran juntos. Solo así podría saber que ella no estaba bajo ningún peligro y por ello, no podía ceder ante ello, aún cuando Miley le ha pedido tener distancia y él la haya aceptado.— Te encanta jugar conmigo, ¿no es así? — pregunta Miley con una sonrisa carente de gracia.— Bueno, la verdad es que no lo he hecho para molestarte. — responde Harding — Pero me estas molestando. Habíamos quedado en t