Harding no paraba de sonreír. Aunque sabía que su madre aprobaría que se quedara con Miley porque solo a ella había amado por tantos años, no pensó que diría su opinión de esa forma, pero, más risa le daba como Miley estaba completamente roja de la vergüenza.
— Harding, dolo guíame donde están las cosas y sal, quiero bañarme sin tu compañía.— ¿Por qué? Si voy a morir por tu vagina, merezco verla lavándose — se burla Harding y Miley se siente más avergonzarse.— Por favor, fuera.— Miley, te he visto muchas veces desnuda, no seas tan cruel. — No, vete. No quiero que estés mirándome como un pervertido. — dice Miley y Harding suspira profundo.— Está bien. Vamos un paso a la vez — dice para después cerrar la puerta sin marcharse.