Los besos continuaban. Miley, llegó en un momento que comenzó a verlo como una meta. Su meta era que él se diera por vencido y aceptara que era demasiado para él intentar estar con un monstruo y aunque sabía que eso le dolería demasiado, anhelaba eso. Sentía que debía pasar ello.
Sin embargo, Harding no tenía pensado detenerse, ni siquiera sentía algún tipo de repulsión, sino que, con amor, comenzó a tocarla deseando que cada caricia transmitiera el amor que sentía por ella. — Harding, detente — dice Miley cuando las manos de él meten bajo su blusa y comienza a acercarse a sus senos.— No. Voy a mostrarte hasta donde puedo llegar. ¿Me vas a dejar o me tienes miedo? — pregunta Harding. — ¿Miedo yo? — pregunta Miley indignada.— Puedo comprenderlo, recuerdo que escasamente podías sop