Violeta abrió la boca con gran sorpresa como si se fuera una gran ofensa, uno de los guardias estaba por tomarla y sacarla lejos de ahí
—¡Ustedes no saben lo que hacen! ¡No pueden echarme, no saben quién soy yo! —vociferó y sentenció, causando curiosidad en los invitados e irritando a Hugh, mientras Seraphyna reía a carcajadas, diciendo que era solo una loca
—¡Tú no eres nadie! —exclamó Hugh rabioso
—Él que no es nadie aquí, eres tú, querido —dijo en voz bien alta, mientras todos se quedaban perplejos
Hugh sintió que enrojecía de coraje
—Y, ¿quién te crees que eres?
—La dueña de esta mansión, la dueña de todo, ¡Yo soy la señora Hesant! —exclamó, todos se rieron entonces, y Hugh también rio
—¡Pobre estúpida! ¡Eres la dueña de nada! ¡Lárgate! —exclamó rabioso
Los guardias intentaron tomarla, y ella quiso liberarse, sintió miedo, al ver que Sebastián no aparecían por ningún lado, preguntándose si aquello era una vil trampa, su corazón latió como si fuera un condenado a muerte, no