“Puedes quedarte con la cama carrusel. Te conozco. Te despertarás temprano y me harás girar”, digo, caminando hacia la ventana y escucho a Cole reírse detrás de mí.
“Me conoces demasiado bien, cariño”, él dice, caminando para ponerse a mi lado. “Vaya vista, ¿eh?”.
Asiento con la cabeza mirando la vista del océano y la isla de palmeras. “Es precioso. No puedo esperar a verlo por la mañana. Puedo quedarme mirando esa vista todo el día y no aburrirme nunca”, suspiro, y Cole asiente mirándome.
“Conozco ese sentimiento”. Giro la cabeza y lo miro. Siento que mis mejillas se calientan bajo su mirada y desvío la mirada antes de que él se burle de nuevo de mí.
“¿Estás cansado?”, le pregunto, y él sacude la cabeza.
“No, para nada. ¿Quieres salir un rato?”, él sugiere, y yo asiento con la cabeza, sonriéndole. Cole me devuelve la sonrisa y asiente también. “Bueno, ¿por qué no nos cambiamos y vamos a explorar un poco? Hay un lugar al que quiero llevarte”.
“Está bien”. Me dirijo a la segunda h