El rey Agusto tras una desgracia queda inválido. Sacrificó la mitad de su cuerpo para si reino pero ahora lo abandonan a él. Su gran amigo se dispone a buscarle una esposa y así salvar a su reino. ¿Podrá hacerlo?
Ler mais—¡Señor, los refuerzos enemigos están llegando y nos superan en número!—Un valiente soldado había atravesado el campo de batalla desde el bosque para llegar hasta las murallas interiores del castillo.
—Tranquilo soldado, ese movimiento estaba contemplado. Ellos no pensaban pelear solos.—Un hombre con una hermosa armadura dorada, cargando un casco del mismo color entre sus manos, permanecía montado en un caballo que llevaba una armadura fina y resistente, del mismo color que la suya.—General Vecano, dígale a la caballería que es momento de unirse a la batalla, deben descender desde la montaña como lo planeamos en el cuartel. Se colocó el casco cubriendo completamente su cabello largo y café. Al ponérselo, nada de su rostro quedó descubierto, se convirtió en una protección total para su cara. Sus ojos color miel, su nariz afilada, el mentón tan varonil, así como su corta barba, quedaron al resguardo del metal. El casco tenía una abertura en los ojos, la cual podía levantar para permitirle ver mejor el escenario. Este no le favorecía para nada. Había muchos soldados enemigos apostados por todo el frente. Era un muro de hombres que lo retenía ahí… a su inevitable destino. El inmenso lago que pertenecía a su reino, se había posicionado en pieza clave para que este floreciera, pero en este caso se había convertido en un obstáculo para ellos pues cortaba gran paso y reducía la posibilidad de un escape. Aunque no estaba contemplada una retirada por parte de los defensores, todos ellos estaban dispuestos a dar la vida por sus tierras, principalmente su rey, quien de todos era el más interesado en conservarlas. La lucha había sido feroz, pero ni de cerca era algo comparable a lo que estaría por ocurrir. Estaba llegando el clímax de aquel combate, en el que se reunieron todos sus enemigos para intentar conquistar y de una vez por todas poner fin a uno de los reinos más bastos e importantes de todo el mundo. El cielo se abría, dejando caer más luz en el escenario, haciendo olvidar por momentos las horas que habían pasado intentando defender el reino. Era como una señal que el cielo mismo enviaba para dar fuerza y así se mantuvieran en pie hasta el final. Las armas enemigas caían por montones, quedando gran parte de estas enterradas para ser un elemento más de aquel trágico escenario. Escudos, lanzas, flechas, espadas y armaduras, eran aquellos elementos de defensa y ataque que tenían los soldados, pero había una más que no era física... la esperanza. —Yo mismo comandaré a la infantería restante y nos uniremos en el frente. Haga que la caballería cuente desde la zona frontal y rompan sus filas.—Su tono de voz contagiaba seguridad.—Con eso podremos doblegarlos completamente. —¡Si mi rey, inmediatamente cumpliré su mandato. Dios nos ampare y estoy seguro que lo hará! —El general montó en su caballo y junto a 20 soldados que lo seguían puso camino a las montañas para comandar a la caballería que esperaba ahí. —¡Hombres del reino norte, es momento de probar su valor contra los invasores, demostremos nuestro poderío y que no le tememos a nada!—Pausó un poco para tomar aire y gritar desde su alma.—¡Demostraremos sobre todo, que la victoria es de este reino! Así motivaba el rey a todos sus seguidores para unirse a la batalla. Él era conocido como "El Rey Agusto I". Había estado en el poder tres años desde que su padre murió, el reino del norte era un lugar fuerte y rico, codiciado por reinos vecinos, lugares lejanos y por las propias familias de este lugar. Su emblema era el rostro de un león con dos espadas cruzadas y una cadena debajo. Estaba impreso en una hermosa bandera con cuadros negros y rojos que se portaba con honor en la batalla y que colgaban en las torres y murallas del castillo. Actualmente enfrentaban una batalla decisiva para el futuro del reino, estaban a la defensiva en un valle cercano al castillo dentro de su territorio. Todos creían que el reino de Agusto caería esta vez, pues varios enemigos se reunieron para hacerle cara en la invasión a su reino. La familia y aliados no acudieron al llamado para apoyarlo en la defensa. Ellos tenían el plan de quedarse con su reino, pero no podían hacerlo de una manera abierta, así que dejaron a los enemigos hacer el trabajo sucio para después ellos intervenir y expulsarlos, contando con que el rey muriera y así tomar posesión de lo suyo. El rey avanzó con furia al campo de batalla, a pesar del pronóstico y de las dificultades que esta batalla presentaba, él nunca perdió la fé ni dejó de confiar en su estrategia. Esperaba agrupar la mayor cantidad de tropas enemigas en el frente para que la caballería arrasara con ellos entrando desde el este. No era una tarea sencilla, contener a tantos enemigos e impedir el avance requería bastante resistencia y sobre todo, tener una moral elevada. Característica que el ejército defensor comenzaba a abandonar. El rey no había peleado en muchas batallas, carecía de experiencia en ese ámbito. Las pocas que libró lo hizo no como líder sino como apoyo de su padre del cual había aprendido todo en este arte bélico. En su reinado había disfrutado de un lapso largo de paz por lo que nunca se tuvo que involucrar. Pero era una persona muy inteligente, estratega, prevenido y nunca descuidó el aprender lo necesario y estar preparado por si el momento llegaba. Ahora necesitaba demostrar que todo lo aprendido podía dejarle frutos, era el momento para dejar ver que sus estrategias podían darle la victoria porque una derrota sería la muerte para él y la caída de todo su reino. —¡Vamos queridos soldados, la gloria y la fiesta nos espera a todos hoy por la noche cuando logremos vencer a nuestros enemigos! Bajó de su caballo para sacar su espada e inspirando a todos sus hombres se lanzó al ataque mientras el Sol caía dando paso a la noche.El evento se había puesto muy interesante para los que disfrutaban de él. Había surgido una situación inesperada que los tenía al borde del suspenso.Todos se hacían la misma pregunta “¿El rey Agusto aceptaría aquel reto?Mientras meditaba la situación uno de sus hombres de mayor confianza se acercó a él, su general Mirlo quien había estado organizando el evento, se trasladó hasta su dirección.—Mi rey ¿Cuáles son sus órdenes?—Colocó la mano en su espada indicando que estaba listo para el combate.—¿Desea que apresemos a esos hombres?Agusto se quedó observando atentamente, cómo siempre no perdió la cordura y analizó a detalle.—Iniciar una guerra sería una falta de respeto a los demás reinos.—Dijo con tono serio.—Los hemos invitado aquí para celebrar la paz, ponerlos en peligro no sería digno del reino de Esacrum.Sus homólogos escucharon y alabaron su decisión. Nuevamente había demostrado ser ejemplar.—Sin embargo, no voy a poner en juego a Erendira.—Continuó hablando para que todos
El escenario era magnífico. Miles de personas caminaban cerca de aquel lugar que se había designado para el evento. Era un enorme terreno que se adaptó para la contienda. El evento duraría 4 días, tiempo que los soldados tendrían para demostrar sus habilidades y llevar el honor a sus reinos.Se reunieron diez reinos para la competencia. Algunos cercanos y otros más de tierras lejanas. Lugares grandes y prósperos mientras que otros con ciertos problemas y pequeños, sin duda el más grande y glorioso era el reino de Esacrum. No había necesidad de mostrar nada, todos los visitantes pudieron ver la grandeza en cuanto llegaron. El lugar ya era un reino estable que crecía día a día.Agusto tenía la mente relajada, solo quería disfrutar de aquella evento como lo había programado. No estaba deseoso por ganar como algunos de sus homólogos. Él solo quería unir más a su reino y disfrutar de su amada planeando la boda que se aproximaba.El día estaba hermoso. La estación regente era la primavera
Durante ese lapso las historias entre ambos no se hicieron esperar. Era de las pocas formas para pasar el tiempo. Sin duda la más interesante fue la que contó Erendira. El general preguntó sobre su vida y ella le contó su pasado.Erendira se había criado en el reino de Kreiton, tierra que por años había pertenecido a su familia, el rey Carlos de rama noble y por la reina Susana quien no era de la realeza. Ella se ganó el corazón de su amado mostrando habilidades médicas increíbles. Su fama fue tanta que el mismo rey la llamó para tratarse una enfermedad severa que le llevaba aquejando por años. En cuestión de días ella logró curarlo.Esto fascinó a Carlos quien no la quiso dejar ir, aún en contra de los consejeros y familiares, él se casó con ella para hacerla reina. Durante mucho tiempo demostró ser una gran reina ganándose el cariño de todos, pero después y con motivos aún misteriosos el reino se vino abajo repentinamente. Las cosechas se secaron, las enfermedades llegaron, el clima
La boda fue todo un éxito. Se convirtió en el evento más formidable como estuvo destinado a ser. Se habló de ese suceso por meses y al ser escrito en la historia, se hablaría de él por años.La princesa Sleidy y el príncipe Marin ahora eran esposos, muy felices y enamorados. Habían logrado no solo sellar un vínculo entre ellos sino también entre sus reinos. Olster y Surten serían aliados de por vida esperando que muchas generaciones lo respetaran y siguieran.Ambos reinos habían sellado dicha felicidad con un regalo muy grande el cual fue ganar la guerra. Fruto de esta victoria fue el botín repartido y las nuevas tierras anexadas. El rey Ricardo se convirtió en la envidia de la zona y por supuesto de su familia. Nadie se atrevería a meterse con él ni mucho menos a contradecirle algo.El valiente rey se ganó el respeto pues la anécdota de que había participado en la guerra él mismo, fue contada por todos lados.Tuvo que librar una de las batallas más sencillas, todo el peso radicó en
Todas aplaudieron al escuchar esas palabras pues supieron ver que la exigente princesa había quedado conforme y la misión había terminado.—¡Les agradezco mucho en verdad!—Se expresaba con gran emoción mientras aún se miraba en el espejo.Las demás pudieron descansar, algunas se sentaron en la cama mientras que otras bebieron un poco de agua. Fue impecable.Ahora solo restaba que el resto de princesas también se arreglaran. Eso sería más sencillo pues no tenían que resaltar más que las novias pero tenían que verse bien.Erendira se apartó a su habitación para cambiarse ella misma. Aunque un par de asistentes se ofrecieron en ayudarle, ella simplemente se negó abogando que deseaba hacerlo ella misma.En su habitación se miró al espejo después de sacar sus vestidos y ponerlos en su cama. Ella siempre había sido muy sencilla y humilde con esa parte. Aunque no se descuidaba, tampoco pasaba horas arreglándose.En ese momento se cuestionó si debía cambiar su forma de ser respecto a eso. Se
–Mi señor, los invitados están llegando.—Notificó un sirviente al rey Ricardo a través de su puerta.—¿Qué hacemos?–¿Cómo qué ya llegaron?, ¿qué hora es?—Se levantó rápidamente de la cama.—¿Dónde está la reina?–Ella le está esperando en el salón principal.—El sirviente estaba igual de nervioso que todos en el reino.—Me mandó a buscarlo.El rey se levantó muy a prisa. Aún estaba con sus ropas de dormir y con una cara que le delataba la resaca.Se miró en el espejo e intentó acomodarse el cabello lo más que pudo antes de abrir.—La reina me va a matar.—Decía mientras se miraba.—Me advirtió claramente que no tomara y si lo hacía que no llegara tarde al compromiso.Aún con reclamos en su boca, abrió la puerta para que el sirviente pasara.–Pronto, ayúdame a arreglarme.—Le dijo muy agitado.—Y si la reina pregunta, cuando llegaste yo ya estaba listo.—Eso sería mentir a la realeza.—Le respondió muy tímido.—Eso ameritaría un castigo severo.—Y si le dices que tuviste que venir a despertarme
Último capítulo