Capítulo 86: Él nunca me daría flores
Aurora entró decidida en la sala donde Andrews estaba. Él la sorprendió con la mirada, y ella no dudó en preguntar:
— Fuiste tú quien consiguió este puesto para mí, ¿verdad?
Andrews arqueó una ceja, cruzó los brazos y se apoyó en la mesa con expresión de aburrimiento, mientras ella miraba todo el desorden antes de desviar la vista.
— ¿Yo? —rió cortamente, con tono burlón—. ¿Por qué haría eso?
Aurora mantuvo la mirada fija en él.
— Porque esta empresa es tuya.
Él inclinó ligeramente la cabeza, evaluándola.
— No hay una empresa en esta ciudad en la que no tenga algún involucramiento, Aurora. Esta ciudad prácticamente me pertenece. No hay forma de escapar de mí.
Ella suspiró y se encogió de hombros, como aceptando un peso inevitable. Andrews notó cómo bajaba la cabeza, los hombros caídos, y eso lo incomodó más de lo que debería.
— Si quieres salir adelante, deberías reconsiderarlo —continuó, observándola—. Puedes usar este empleo para pagar tu