Capítulo 164: La felicidad ciega
El salón palpitaba con vida. Risas, música, pasos acompasados. Los invitados danzaban bajo la cálida luz de las lámparas, pero Aurora era el verdadero resplandor de aquella noche.
Giraba en el centro del salón con sus hermanos; primero con Pérola, que reía a carcajadas al dar vueltas tomada de su mano, mientras su hermano mayor los acompañaba con pasos torpes y adorables.
Andrews la observaba desde lejos, con una copa de vino en la mano. La música parecía distante, como si el mundo se hubiera desacelerado solo para permitirle absorber aquella visión.
Entonces la melodía cambió, adquiriendo tonos más clásicos y elegantes. Un joven de porte altivo y belleza innegable emergió entre los invitados. Llevaba un traje azul petróleo perfectamente ajustado, el cabello impecable, el porte noble. Se acercó a Aurora con una leve inclinación de cabeza y le extendió la mano: una invitación silenciosa.
Aurora, sorprendida, vaciló un instante. Pero sus hermanos la a