Epílogo.
Aleksander:
—A ver Caleb, calmate un poco, ¿quieres? —él caminaba de un lado a otro, me tenía muy estresado.
—No me pidas que me calme Aleksander —me señala—, entiende que me estoy volviendo loco, no —niega—, ellas me vuelven loco.
—No, Andie es la que está volviéndote loco —rei.
—Es una chiquilla malcriada —bufa—, siempre está cuestionándome, diciéndome que hacer y muchas cosas mas ¿que se cree?
—La niñera de tu hija —le dije—, aunque no lo quieras aceptar Caleb, ella tiene razón, no puedes llevar mujeres a la casa, se que eres grande y toda la cosa, pero ella tiene razón, tu tienes una hija a la cual debes proteger, lo que ella está viendo no es correcto y lo sabes.
Caleb es demasiado terco para escuchar lo que le digo. El sabe que tengo razón y que no debe seguir metiendo a mujeres a su casa, él ya no vive solo, tiene una pequeña a la que debe cuidar y enseñarle valores.
—Amigo, debes calmarte —le digo—, Andie sabe lo que hace y se que es tu hija y tu casa, pero ya debes bajarle un