Luca corrió tras Catalina, logró alcanzarla antes de salir de casa, la abrazó con fuerza por detrás, estrechando su cintura.
Catalina rompió en llanto.
—¡Suéltame! ¡Déjame ir!
—¡No! Escúchame, por favor —dijo y la giró para que le mirara.
—¡Déjame! Si no crees en mí, está bien, comprendo que ya no me ames, pero déjame ir.
—¡Nunca! Mírame, no es verdad, estoy fingiendo, amor, tengo un plan para refundir a tu hermana en prisión.
Catalina se quedó perpleja, mirò a Luca incrédula.
—¡¿Qué?! —cuestionó
Él acunó su rostro.
—Voy a destruir a Ariel, no voy a permitir que lo que te hizo quede así, voy a hundirla, la veré y haré que diga la verdad, dijo que llevaría al tipo que te dañó…
—¡No! —exclamó—. No quiero saber quién es, ¡no quiero verlo! —gritó desesperada
Luca la abrazó al sentir su ansiedad.
—No lo verás, él nunca te volverá a lastimar, ¡lo voy a matar!
—¡No! No quiero perderte, Luca, no me dejes, por favor.
Catalina lo abrazó con fuerzas.
***
Al día siguiente.
Mia y Helena quedaron en