Miro con desprecio a Roger cuando me hacen sentar en el sofá del fondo.
— ¿De verdad estás haciendo esto? — El hombre no me mira— Creí que eras alguien intachable.
— No entiendes, Helena.
— No. Está claro que no— me rio — Por eso me contrataste, ¿Para usarme?
— No la soporto.
— Púdrete, zorra— escupo.
Esta se acerca, pero London la retiene.
— No, bella. Aún no podemos ponerle las manos encima. Hay que llamar a Cillian y preparar una emboscada.
La emboscada se la hemos dado a él. Sin embargo, no me relajo. No puedo.
— Necesitamos un plan— murmura London. Mira a Devora— Llévala a una oficina y cuida que no se escape— le entrega un arma.
— ¿Puedo jugar con ella un rato? — inquiere en tono empalagoso.
— No puedes matarla. Ella es mi placer culposo— se ríe—Quiero que Cillian la vea morir.
Ella hace una mueca de fastidio.
— Está bien— murmura. Se acerca— andando perra.
Salgo de la oficina, no sin antes darle una mirada de odio a ambos hombres.
Estoy unos pasos por delante de Devora, así que