Odiaba los hospitales en extremo. Le daban una mala impresión y le daba muchísimo miedo que el lugar, tan blanco, tan impoluto, fuera el lugar dónde le dieran malas noticias.
Bianca.
La habían traído herida y muy maltratada. Delgada, débil y con una bala en el abdomen. La cirugía de extracción se le estaba haciendo eterna y solo quería noticias. En cuanto el médico salió con su ropa de cirujano se levantó de golpe de su silla en la sala de espera y se acercó tan rápido como le fue posible. Casi corriendo. -¿Y mi mujer?
-Señor Giordano... -Dijo dando un suspiro sabiendo que no podría disfrazar la verdad. -Podrá entrar a verla en media hora. Le recuerdo que no está muy bien, por lo que es recomendable que no tenga emociones fuertes y se le permita descansar. Perdió muchísima sangre, estaba muy mal alimentada y por lo que se pudo ver en sus exámenes con níveles muy altos de estrés. Eso complicó la cirugía. Por eso tardamos más. La tendremos en observación.
-Quiero que sea llevaba a