—Aquel que se oponga a este matrimonio, hable ahora o calle para siempre. –Bianca quería decir que ella era quien se oponía a ese matrimonio. Estaba ahí, en aquella iglesia, parada en el altar, con su vestido blanco puesto, el velo, y el bouquet de rosas en sus manos. A su lado, como ajeno a toda aquella situación, su esposo, Nathaniel Giordano. Veía de un lado a otro y ahí estaba su familia, felices de que ella estuviera contrayendo matrimonio. Le parecía irreal. La iglesia estaba decorada con lazos y flores. La familia de Nathaniel también sonreía. El pastor de aquella iglesia seguro ni sabía los motivos que los habían llevado al altar, pero ya que cumplieron con todo el curso pre-matrimonial, no había motivos para parar aquella boda. —En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Yo los declaro Marido y Mujer. Puede besar a la novia. —Bianca se tens&oa
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