—Tranquila, no permitiré que nadie se lleve a nuestra hija —le dijo Sam a Lily con firmeza.
Los dos estaban muy cerca, su intimidad parecía la de una pareja real, y yo era la tercera en discordia.
Luego, Samuel llevó a Lilia al segundo piso. Bajé del coche y los seguí.
Afuera de la oficina al final del pasillo, había gente hablando y se escuchaba todo:
—¿Esa es la niña que el alfa Samuel quiere adoptar? Se parece mucho a él.
—Claro, es su hija. El Alfa quería hacer esto: hacerle creer a todos que su hija es huérfana para que pueda ser su heredera.
—¡No bromees! ¿Quién es la madre? No creo que sea Elba, ¿verdad?
—Elba no puede tener hijos. Dicen que se lastimó de chiquita y ya no puede quedar embaraza.
—No, yo escuché que de joven andaba con varios y tuvo varios abortos, por eso no se puede embarazar. Si no, el Alfa no estaría batallando para adoptar a su propia hija.
—Lilia es el verdadero amor de Samuel. Desde niños sabían que iban a estar juntos. ¡Hacen tan linda pareja! ”
Cada palabra era como un cuchillo que me lastimaba el corazón.
En cinco años, nunca me había embarazado. Samuel siempre me decía que no le importaban los hijos, que solo quería estar conmigo. Pero resultó ser que ya tenía todo planeado: adoptar a la hija de Lilia.
Me dolía tanto que no podía mantenerme de pie, así que me recargué contra la pared.
De repente se abrió la puerta. Samuel salió cargando a Catalina y agarrando la mano de Lilia.
Nos vimos a los ojos y Samuel se asustó.
—Hi, Elba, tanto tiempo —me saludó Lilia, con la mano que tenía libre.
Samuel soltó la mano de Lilia y se acercó a mí.
—¿Elba? ¿Qué haces aquí? No pienses mal —se apresuró a explicar—. Lilia es guardia del orfanato. Protege a todos los cachorros. Hoy justo vine a ver lo de la adopción de Catalina…
Miró a Catalina que tenía en brazos y me la pasó:
—Ella es Catalina, ¿la ves? ¿Acaso no es hermosa? ¡Es la niña que mejor se porta en todo el orfanato!
Asentí con la cabeza y le acaricié la mejilla, murmurando:
—Se parece un montón a ti. Si no me dijeras, hasta pensaría que es tu hija biológica.
En el aroma de la pequeña había una mezcla de los olores de Samuel y Lilia que no lo podía pasar por alto ni queriendo.
Samuel iba a seguir explicando cuando Catalina se soltó llorando bien fuerte en sus brazos.
—¡Ven, déjame cargarla! —dijo Lilia, acercándose a Samuel, sin que me diera cuenta, y agarró a Catalina con naturalidad.
—Mami... —murmuró la pequeña, mientras se acurrucaba en sus brazos.
Samuel palideció al instante, y, en su aroma, pude oler nervioso.
—No pienses mal. Lilia trabaja aquí y los niños la quieren mucho. Todos los niños le dicen «mami». Después de que se complete la adopción, corrigiendo eso.
Al ver cómo se apuraba a explicar, se me estrujó el corazón de pura tristeza.
¿Acaso le preocupaba que yo me sintiera mal? Si de verdad me quisiera, ¿por qué me iba a engañar así, haciendo que su pareja oficial pareciera la otra? Y, sobre todo, ¿por qué adoptaría una niña que era de Lilia, metiéndose en habladurías?