—No te estreses, no malentendí nada —le dije con suavidad—. Vamos, ve y arregla los papeles de adopción. Te esperaré en el coche. Samuel suspiró aliviado y esbozó una sonrisa alegre.—Está bien. Espérame en el coche. Ahora regreso.Caminando hacia donde estaba estacionado, me encontré con un montón de gente de la manada que me miraba y cuchicheaba:—Qué mal, ella no se entera de nada...—El Alfa viene casi diario a estar con Lilia. Dicen que ya hasta tienen su acta de unión, así que Elba vendría siendo la tercera en discordia, ¿o qué?Ignoré todos los comentarios y, con los dedos temblando, le envié un mensaje a mi padre, con quien hacía demasiado tiempo que no hablaba:«Papá, estoy harta. ¡Ya me quiero regresar a la casa!»Un momento después de llegar a la casa, recibí una videollamada de él, y me sorprendió la cantidad de canas que habían poblado su cabello, durante los últimos cinco años. —Hija, ¿Samuel te está molestando?—¡Papá, te extraño tanto! —dije, sintiendo cómo
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