Todo el día estuve ocupado buscando a Elba, ni siquiera pude encargarme de los asuntos de la Manada.
Al poco rato, toda la gente de la Manada se enteró del chisme y venían por turnos a darme sus consejos:
—Lilia es tu pareja de a de veras, y Catalina es tu hija de sangre con Lilia. ¿Pues no está bien que estén juntos? Elba ya se fue por su cuenta, le dejó el lugar a Lilia. ¿Tú por qué te aferras en buscarla?
Les contesté encabronado y en voz alta:
—A la que quiero es a Elba. Con Lilia, es nomás por los viejos tiempos. En cuanto Elba regrese, le puedo quitar los derechos de herencia a Catalina.
Todos se quedaron en silencio. Al rato, algún valiente que no medía el peligro soltó la pregunta:
—Cuando te registraste con Lilia al principio y luego le hiciste un acta falsa a Elba, ¿no era para un día botar a Elba legalmente y quedarte con Lilia?
¡PUM! Liberé toda mi presión y pisé el piso hasta romperlo.
—¡Puras babosadas! ¡De hoy en adelante, el que diga que Elba no es mi pareja, me las va