VEINTISIETE

Ya terminada la jornada laboral, todos los empleados se retiran de la empresa dispuesto a ir a casa. Willow también se encuentra recogiendo sus cosas para marcharse, voltea hacia la puerta al ver la figura de su jefe pasar cerca, llevaba rato encerrado en la oficina sin señales de vida, por lo que al verlo salir se alivia de saber que está bien. Cuelga la cartera en su brazo y sale a su encuentro, Kyllian al percatarse de ella esboza una sonrisa.

—Pensé te habías ido ya —dice guardado las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Debía asegurarme que estuviera bien —emite la joven—. ¿Sabe? Cuando me sentía así, visitaba un lugar que me hacía olvidar de todo el presente.

—¿Ah sí, cuál? —acorta el espacio entre ambos y alza su mano para acomodar el cabello de la chica.

Aquel gesto la deja un poco nerviosa, su jefe es tan intimidante, y no solo se refiere a su altura de un metro noventa, también la manera de mirarla, es tan profunda que no le permite pensar con claridad cuando está cerca s
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